*Vuelva usted mañana*


 Entre la inmensa variedad de naranjas que hay y que no vale la pena enumerar porque sería interminable la lista, destacan entre las buenas, las mejores y, nosotros, aunque vivimos entre ellas, somos capaces de saberlo y disfrutarlas. 

Los regalos de la naturaleza nos llegan por imperativo divino; no se sabe cuál es la razón. Es una sinrazón que se agradece. Y ahí andamos nosotros, entre clemen-nules, como el que vive en el Prado entre la belleza, con naturalidad. 

Hoy, cuando iba hacia la capital, sabía que iba abocado al fracaso; me he encontrado sumido entre papeles, gestionando temas que son peliagudos para los ciudadanos normales, si es que yo fuera normal. He ido de Herodes a Pilatos; aun con la buena intención de las funcionarias que me han atendido, hemos chocado contra una ley que les impide resolver, in situ, situaciones que para ellas son normales y para mí eran un mundo fuera de lo habitual. 
Al final he encontrado a una funcionaria clemennules, que me ha llevado por un Hades tranquilo y calmado, navegando entre claves y siglas y normas; me ha llevado pacíficamente, como Caronte lleva a sus clientes al infierno, que es la morada final donde ya no hay burocracia. Y he aterrizado ya en casa con casi todo, eso espero, resuelto. Ahora pienso en si no sería más normal hacer que todo fuera más simple en terrenos burocráticos. 
 Y me acuerdo de “Rafaelillo” un banderillero de postín, que siempre andaba pensando en bajarse a “Figueras” y yo pensaba que el hombre debía andar por Francia. El tema era complicado hasta que sabías las claves y los porqués. 
 La funcionaria clemen-nules, al final resultó que me conocía y tal vez por eso allanó el pedregoso camino que estuve tratando de andar por mi cuenta. 
 Hay un magnífico libro de Asterix y Obelix, “Las doce pruebas de Asterix”; es real como la vida misma, y otro, “Vuelva usted mañana” de Mariano José de Larra; los dos son la burocracia en grado superior. 

 *B.M.*

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