*La luna y la lágrima*


 Cuando me he despertado hoy, la luna me miraba; yo sé que es corta de vista y he aprovechado el perigeo para hacerme ver. Tengo en casa un espejo que compré en Khan El Halili en El Cairo y lo he colocado en dirección a ella; se ha sorprendido al verse, porque el espejo tiene una corrección de 1,8 segundos de refracción, y con eso se ve muy clara. Se ha sorprendido porque brilla como nunca; sé que está anunciando el final del ciclo, aunque ella no lo dice. 

Se ha visto y sé que se ha gustado. La gente que mide el tiempo en modo geológico no demuestra casi nunca sus sentimientos cuando habla. Le he puesto el Claro de Luna, la canción a la luna de Rushalka, el hijo de la luna, por su relación, al menos concomitante, pero cuando se ha decidido a hablar, me ha dicho que le ha gustado el dueto de Lakmé, el dúo de las Flores de Leo Delibes. A mí también me gusta; se lo he puesto y me dice que ella tiene una relación especial con la noche y con el agua y con los amantes y que ve que el ciclo de ahora se acaba, y que no ha servido para unir a las gentes; bien al contrario, las ha separado, es una lástima. A mí me dice que personalmente tengo que aligerar la mochila de preocupaciones, que arregle esas dos cosas que llevo ahí enquistadas y que respire hondo, que las cosas llevan su tiempo, y el tiempo es el aliado y el juez. 
Me he quedado mirándola, oyendo la música, hasta que se ha hecho de día y una lágrima me ha parecido ver en su cara y otra en la mía, aunque la mía ha sido porque me he tocado el ojo con el dedo de ponerme Vicks Vaporub en la nariz, por fuera, eso sí; desde pequeño lo vengo haciendo y no me va mal del todo, creo que psicológico, y es que la Psiqué es muy suya desde siempre, como la luna. 

 *B.M.*

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