*Las uñas*
Sí, siempre nos guiamos por las opiniones ajenas. ¿Qué sentido tiene tener las propias? He estado un rato callado sin que se dieran cuenta de mi presencia; estoy en el cuarto de baño, he abierto un poco el cajón donde están los utensilios que utilizo para cortarme las uñas, el pelo y cosas así. Veo en penumbra: tres cortaúñas —dos son metálicos y uno parece de plástico bueno—, hay dos tijeras y un cortapelo eléctrico; también hay limas de uñas y una cajita que creo que contiene supositorios franceses; deben estar caducados, ya los tiraré después. La frase del inicio la he oído y es la que me ha hecho abrir el cajón un poquito, con cuidado, para ver qué sorpresa hay ahí adentro. Están hablando entre ellos, los cachivaches que he descrito, y educadamente se ceden la palabra.
Me he arrodillado al lado del mueble y les oigo quejarse de que las más de las veces no cortarían por donde corto yo. Las tijeras pequeñas dicen que ya hace tiempo que deberían haber sido afiladas y que están un poco sueltas y necesitan ser ajustadas, porque tienen miedo de cortarme, ya que en su religión no les está permitido hacer sangre al dueño. Las tijeras más grandes, que son para el pelo, dicen que no comprenden por qué les hablan en plural; ella prefiere que le dijeran tijera, aunque creo que, como es andaluza, es de Andújar, no pronuncia bien las eses.
Ahora suena el teléfono; debe ser mi hija que viene a cortarme el pelo. El cortapelo eléctrico no conversa porque no está enchufado a la corriente. Seguro que después, cuando lo esté mientras mi hija me corta el pelo, me dirá algo al oído. Ahora caigo en la cuenta de que otras veces, creyendo soñar, escuché que decía: "No me enchuféis a la corriente que me mareo".
¡Madre mía, cómo está el patio!
Y pensar que hace un momento estaba leyendo un trocito de Hamlet sobre la educación y el no hablar con la boca llena y ni preocuparse de hacerlo con la cabeza vacía.
¡Ay, madre, cómo está el patio!
*B.M.*

Genial
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