*Campanadas a destiempo*
Yo, que aprecio en grado sumo el silencio, porque es para mí una parte muy importante de la música. Estoy un poco cansado del cura del pueblo, que hace caso omiso del derecho de los vecinos a la paz y a la ausencia de sonido y hace sonar las campanas, cada día, para celebrar él debe saber qué. Yo, ciudadano, no tengo derecho a tirar cohetes, que son el alma de la fiesta de esta tierra, y este cura, venido del norte, acompañado en su pastoreo de almas, por un compañero africano que me parece muy bien que busquen donde sea, porque no hay sacerdotes por de por aquí, y otro de Corea, que no tengo nada contra ellos, en absoluto, pero habrá que legislar que al menos toquen campanas y arrebatos a tanto por asistente a misas y procesiones, que no van más de 80 particulares, porque no cuento ahí al ayuntamiento, banda de música y portadores de estandartes y peanas. ¡Hombre…! ¡ ¡Un poco de recato en sonidos y adjetivación!, porque después te aparece en prensa y televisión, que el inmenso fervor del pueblo a su patrón, o patrona, o lo que sea y resulta que la asistencia era del 0,53 % de la población, que les haces una merienda, compras un jamón y te sobra la mitad…
Un poco de legislar la permisibilidad de manifestación religiosa, al menos desde el punto de vista de mi oído, y que se manifiesten en alguna medida, ayudando a enfermos y pobres, que algo de eso predican, aunque sea desde el púlpito y después no acudan a nada. ¡Que vaya ejemplo da el obispo! que en 20 años solo ha aparecido en saraos y celebraciones. Menos mal que se jubila y se irá a libar sus coñacs y fumar sus puros a algún lugar, que esperamos sea alejado de aquí, para que podamos olvidar su dejadez, sobre todo, en cuanto a la ermita del calvario de Nules, que ha arruinado, después de mentir diciendo que la iba a arreglar en 2020.
“Tanta paz lleve como paz deje…”
*B.M.*

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