*El reloj en el Panteón*
El travertino se desintegra con el fuego bien lo sabemos y bien lo hemos sufrido, al menos yo que padezco de este mal desde la antigüedad, y este fue un problema gordo en Roma cuando los incendios, 88, menos mal que hubo reconstrucciones bien logradas y gracias a eso nos quedó el Panteón, si te fijas, cuando vuelvas a ir, verás que el centro de la circunferencia que forma el suelo está más alto que los laterales, y también puedes ver, después de mirar el óculo, que es el agujero del techo, que sí, se llama óculo y la bóveda y los cachetones que también tienen su historia, justo debajo del óculo y a lo largo del perímetro hay varios desagües, este sistema está oculto bajo las losas del suelo, en uno de esos agujeros, recuerda que hay 22, en uno de ellos me cayó el reloj y no pude sacarlo, el año pasado cuando volví a Roma, pasé a oír a mi reloj, porque es un Crono Viceroy con Radiocontrol y una batería para diez años. Cuando pasa el satélite Irma nova por la zona, el reloj desactiva las alarmas de las puertas y se ponen a silbar y a dar bocinazos. Yo sé por qué pasa eso pero no digo nunca nada. A mi lado en este momento hay unos policías, unos que llevan perros y otros detectores de metales y un aparato de láser y de infrarrojos. Yo continúo sin decir nada, y a los cinco minutos las sirenas y las bocinas se calman. Yo me voy al lado del Panteón a la Tazza d’Oro donde sirven uno de los mejores cafés que he probado. El expreso es digno de ser pintado por los clásicos y bebido por mí. Hoy es martes y ya he vuelto a casa, ayer leí en La Stampa que no hay forma humana de lograr desentrañar el misterio del Panteón, me decía Giorgio, el camarero de la Tazza d’Oro, que es un poco anarquista y sabe lo de mi reloj, que me espere, que al final ofrecerán recompensa y entonces nos la repartiremos tranquilamente, que ya me avisará cuando llegue el momento.
Me encanta el Panteón, sea o no el de Agripa…y con el valor añadido de mi reloj…
*B.M.*

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