*El toro*


Durante la creación, este es un relato para los que creen eso, durante la creación, digo, hubo un día en el que yo estaba inspirado y reivindicativo por defender la potencia y la belleza de un animal concreto y cuando se suscitó dotarle de atributos, derechos, obligaciones y demás parafernalia, me puse serio, porque entiendo que no hay nada más peligroso y convincente que alguien que quiere hacer de este y de otros mundos parecidos a este, un lugar agradable y saqué mi listado de reivindicaciones y de sine qua nones… para su juego y exhibición mundial. 
Mi interlocutor, bien lo sabéis, es, dicen, sabio, omniscente, omnipresente, eterno, omnipotente, inmutable, amoroso y santo, lo dicen desde el concilio de Nicea allá por el siglo IV, y yo, ya sabéis cómo soy, un poco trasto, a veces reivindicativo, bastante justo, al menos eso quiero ser y nunca me pongo del lado del opresor o del abusador, y con estos mimbres yo pedí, que ya que el toro iba a ser usado y abusado para fines lúdicos y a veces para castigo de herejes, que hay que tener cuidado con lo de hereje, porque depende del lado del que te pongas vas a ser hereje de aquí o hereje de allá. Eso es así. 
 Podríamos analizar, desmenuzar, interpretar y ahogar en líquidos ácidos o alcohólicos todos los epítetos que inicialmente le atribuyen a Dios, pero dejando eso para otro día, vamos a coger el toro por los cuernos, en mi caso para defenderle y loarle, como se merece… Y para reivindicar sus derechos primero vamos a ver unos datos: 
Desde el año 1700 han muerto por causa de los toros, 533 matadores de plaza, profesionales, y en Bous al Carrer suelen morir una media de 40 aficionados todos los años, con lo que partimos de una cifra aproximada en la historia de unos 1200 muertos más. No es una cantidad grande, porque de toros han muerto una inmensidad. Se calcula que mueren unos 20.000 toros cada año y de los humanos suelen morir a consecuencia del toro unos 90, por lo que la diferencia es monumental. 
Por eso yo abogo a que al menos el toro pueda dar solemnes palizas a los que usan y abusan de ellos y en una próxima entrega acordaremos lo de ir igualando lo de los muertos. 
 
Como es descarada la ventaja del humano sobre el bóvido, habría que volver al toro al tamaño inicial, al uro, cuando los toros no eran de Lidia, entonces, recordad, que de un uro podian salir fácilmente dos toros. Ese uro, en la plaza impondría respeto y muerte, que buena falta hacen para alcanzar el equilibrio deseado… 

 *B.M.* 

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