*Exitus*
Domingo 22 por la mañana…
Manolo fue a ver a su tía, la hermana de su padre, al hospital, y su sobrino le preguntó: ¿Tío, puedes esperar a que vaya a casa, a ducharme y vuelva? El chico llevaba tres días seguidos con su madre. Manolo le dijo a Pepe, el sobrino… Sí, me espero, pero no tardes, porque de anteayer a hoy tu madre ha dado un cambio que no me gusta nada… Todos esperaban un desenlace que podía ser inmediato o alargarse en el tiempo, como ya ocurrió la otra vez…
Esta mañana, la tía hablaba por los codos, pero sus ojos denotaban que el alma, que en ese momento estaba a la altura del velo del paladar, parecía que le escapaba a través del cristalino que empujaba a la pupila, abovedando la córnea en una imagen bastante patética por lo siniestro del augurio de Manolo.
El ojo, tradicionalmente, es la potencia, es el símbolo de salud y de recuperación. En Egipto, Horus… En Grecia, el búho, fuente de sabiduría y juicio, la capacidad de ver donde los demás no pueden. El tercer ojo del budismo. En el cristianismo el ojo que todo lo ve.
Manolo vio cómo su tía se marchitaba a pasos agigantados y así lo avisó… Efectivamente, cuando volvió Pepe, a la media hora de llegar, se producía el éxitus de su madre…
Y hay un dato revelador que debe venir en el paquete del ADN humano, y es este: La importancia que le dan las personas a los ojos. Entre los donantes de órganos, el 30% de los familiares que aceptan donar el corazón, pulmón y riñón del fallecido, rechazan específicamente la donación de las córneas o de todo el ojo… Es curioso y constatable… Y al fin, y al cabo, el ojo es una parte del fallecido, que si no se utiliza, se convertirá en nada…
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