*El que no sepa…que calle*
Vino el profeta, ante la mala pinta que había tomado la deriva de los gobiernos de la Tierra, y el cariz de color agrio y amarronado, con color acre y una atmósfera nada agradable de respirar… Lo de los huevos podridos es Chanel N° 5, en comparación, para los que ya casi ni canas peinamos…
Vino el Profeta, el Enviado, y anunció: _El que no sepa de lo que habla, que calle…_ Y se hizo el silencio. Nadie habló.
Los cañones no dispararon más y las campanas dejaron de repicar…
Solo se oían mis tripas a lo lejos, entonando su canción, gruñidos y borborigmos, crujiendo, anunciando un descalabro de evacuación, precedido de eructos, gases e hinchazón que provocaron movimientos peristálticos en el tracto gastrointestinal… Después el desastre… Un torrente desbocado… Arrasando todo a su paso… Más tarde, la calma… Jabón y calzones nuevos y tisanas y poleos… Y varios kilos de menos… Y la voz del profeta, en el oído, repitiendo… _El que no sepa de lo que habla… Que calle…_ Y nadie habló… Y se produjo el cambio de ciclo anunciado en Nicea… Las edades geológicas son pura mantequilla temporal, para los maestros pasteleros que elaboran las tartas de la celebración de las eras, el tiempo, su aliado… El tribunal que reparte los diplomas de sapiencia y no se volverá a reunir jamás…
El homo sapiens sapiens ya no tiene razón de ser… Los códigos morales y los dogmas han colapsado. El hombre ha sido un lobo para el hombre…
Por las galaxias se oye: _El que no sepa de lo que habla… Que calle…_
Creo que no volveré a comer fabada en verano...
*B.M.*
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