*Cura con sotana*


El cura, era de los de sotana con botonadura de cuello a pies. 
¿Quedan ejemplares de esos? Pregunta Meleta…Sí, pero calla y verás… 
 El hombre de una edad incalculable a simple vista, pues podría tener entre ochenta y cinco y nosesabecuántos años. No le quedaba ni un gramo de pelo en la cabeza, no así en las cejas que parecían las velas de un ala delta, cuando se alzan al cielo para levantar el vuelo. Ojillos minúsculos, como los del salmón criado en cautiverio, que reduce el tamaño de los ojos, al no tener que buscar comida ni defenderse de depredadores, Así de este modo, el Mosén había reducido sus ojos para centrar su mirada en las letras de los libros que iba leyendo a la luz de las velas de cera o del candil, que usaba desde tiempos inmemoriales, porque ya no tenía obligaciones, ni ganas de gastar. Vivía a su ritmo…

¡ Que vivía de la sopa boba, vamos… !
Yo lo puedo decir, porque hemos tenido ejemplares de la iglesia pululado por nuestro lado, desde niños, a mí no me han tocado, pero he conocido casos que en aquel momento no se llamaba pederastia, porque a pesar de ser palabra proveniente del griego, si alguien osaba decir algo o intentaba protestar,  le cruzaban la cara o lo que quisieran sin juicio o con juicio sumarísimo. 

 Ahora voy a parar el relato, porque me voy a comer el pastel de cabracho que ha hecho mi hija y albóndigas de bacalao que he hecho yo y me han salido súper, porque a la pasta comprada he añadido más bacalao y la próxima vez lo cargaré de piñones de los de aquí, porque los de importación no saben a nada… 
Como y vuelvo… Quieras o no quieras. Y si quieres responder… Ahí mismo puedes o me envías un e-mail con algo de tu cosecha… 
El pastel de cabracho, muy fino y sabroso, es trabajoso quitar tanta espina, pero vale la pena, sobre todo, si te lo dan hecho… 
 Aquellos curas tocones, que decían antes de comer, parece ser que siguen actuando y, poco o nada hacen los obispos para evitarlo, por lo menos en Castellón, donde además tienen una residencia, en las Alquerías, Mossén Sol se llama y ahí están obispos condenados en otros países de los que huyeron y aquí viven la vida grande, a sus anchas, otra vez pululando entre jóvenes, que deben desconocer a estos Mengueles eclesiásticos… 

En referencia al cura de la sotana del inicio del relato, debo decir que le oí contar, unos años más tarde, cercana ya su muerte, que los libros deberían prohibirlos como la cocaína, para ver si de esa manera, tal como los jóvenes y no tan jóvenes buscan la droga, se ponían a buscar los libros, y leían algunas líneas… 
No es mal colofón para alguien nacido en 1898… Melchor se llamaba, no he conocido a nadie más con ese nombre… 

 *B.M.* 

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