*Pascual en Valencia*


 Como el billete de tren era gratis, de vez en cuando, Pascual iba a Valencia, una hora de viaje, que pasaba leyendo con los auriculares puestos, para no oír las conversaciones ajenas. 

Su paseo por la ciudad era en plan flaneamiento, pero debía pasar a la ida o a la vuelta, de forma obligada, por la Lonja de la seda y sus alrededores, el bullicio de la plaza de Les Llosses, el Mercat, el Palau de la Generalitat y la Catedral. Sin olvidar la visita a la madre de Deu, porque su madre también iba. 

Observar a la gente, diversa… Turistas y  gentes en celebraciones religiosas, porque la abuela paga el banquete y los regalos, aunque se va perdiendo este tipo de eventos. 
 Esta vez en el paseo, por la cabeza de Pascual, continuaban saliendo las imágenes de los pueblos pegados a Valencia, los pueblos del Horta, olvidados por irresponsables políticos y que hoy aún tienen pendiente dar cuenta de sus actuaciones y restaurar lo impensable, en tiempo y forma. No sabrá hacerlo, Mazón, y para aparentar normalidad se está pavoneando por Alicante y Castellón, prometiendo, cosas que no hará… con el aplauso de sus partidarios en nómina. 
 Pascual pensaba en un día placentero de paseo y descanso y ha venido Mazón a estropearlo. 

En un momento, mezcla de rabia y de necesidad, Pascual se ha meado en la puerta de la Generalitat y ahora corre por la plaza del Negrito, perseguido por dos policías, que no le cogerán porque están rechonchos y se les oye el arrastrar de los pies y porque se han quedado sin resuello. 
 
¡Este Pascual siempre será algo ácrata, es así, que le vamos a hacer! 
Con una sonrisa guasona, recuerda sus carreras delante de los grises; musita que aquello fue un buen entrenamiento.

 *B.M.*

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