*Las guerras*
La guerra es cruel, yo lo sé porque he estado en varias de ellas, al menos de pensamiento, guerras rústicas, con muchos menos medios mecánicos de los que hay ahora, y sé de la crueldad, y la falta de piedad, y la deshumanización, y el ensañamiento que se prodigaban por esos lares.
En el 50 a.c. estuve en la Guerra de las Galias, como ayudante de Julio César, y vi de cerca la estrategia militar de un poeta, dirigiendo a guerreros alocados y asesinos.
En la I Cruzada, en la conquista de Jerusalén, con artes sanguinarias de primer orden contra todos los enemigos del cristianismo, allí estuve también.
Y en 1938 en la Gran Batalla del Ebro, en el frente de Gandesa, en la Sierra de Pandols, en la confrontación entre nacionalistas y fascistas contra republicanos y comunistas, guerra cruenta sin par.
De todas ellas lo único que me importó fue salir con vida, porque el juego de la guerra es la distracción de los gobernantes, mientras manipulan los intereses propios toreando al pueblo llano.
Los estragos ocurridos en las Galias, en la I Cruzada y en el Ebro, sin penicilina, que en España se utilizó de forma normalizada a partir de 1944, la guerra ya había terminado en esos momentos, con multitud de muertos y mutilados por doquier.
Estoy acabando de escribir este relato en la barra de Chicote en Madrid, delante de mí tengo una fotografía, es en la que aparece Perico Chicote, entregando una caja de zapatos a un cliente, en ella van 300 botellines sellados de Penicilin de los laboratorios Abbot, en esos años se vendía de contrabando, la penicilina, en lugares de postín y solo para casas regias y bolsillos bien acondicionados.
La guerra sin quererlo nos trae avances para la salud de todos, al cabo del tiempo…
Gracias y desgracias de la guerra.
*B.M.*
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