*La muerte*


 Cuando caes en la cuenta de que la gente se muere, yo mismo me doy cuenta porque los que ya tenemos una edad comentamos las cosas de la muerte. Si eres más joven, parece que la cosa no va contigo. En esa época juvenil se van muriendo abuelos y vecinos mayores, después los padres y, cuando te das cuenta, ya estás en la lista de espera en primera fila, sin haberlo pedido. 

No es que la muerte en sí me preocupe, porque tengo la convicción de que el que se muere no se entera de nada, ya muerto, claro. Y es que como después del óbito pienso que no hay nada, pues habría que hacer un pensamiento y viendo la media de edad en la que la gente va abandonando su estancia en este valle de lágrimas del que hablan los curas agoreros, viendo que como mucho vas a vivir mil meses, que es a lo que yo aspiro, se trataría de apretar en las vivencias de última hora, sin pasarse y que no se acaben los caudales que permitan un nivel de vida acorde a las exigencias del paladar y el cuerpo viviente que te ha tocado en suerte. 

 Hace ya tiempo que caí en la cuenta de que mucho, mucho, no se han esforzado los escritores en gastar boli con el tema de la muerte, excepto para crímenes peliculeros, aunque dentro del Thriller siempre se encuentran solapados otros subgéneros que diluyen la carga de la muerte, y al final el recurso se ha utilizado para crear tensión por lo que pueda ocurrirles a los personajes que con sus desventuras y aventuras, van engrosando el número de páginas de la novela o los minutos de clímax de la película. 
 En resumidas cuentas que hay que planificar una salida a hombros y que la muerte nos pille ligeros de equipaje, con la cartilla del banco a punto de entrar en coma, y tirando de dinero negro guardado en una caja de metal en el árbol noveno de la segunda fila del huerto, que heredamos de la tía soltera, a la que tanto quisimos… 
Si fueras al huerto y encontraras la caja, gasta hasta que le veas el fondo… Que ese es el sentido de la vida de la economía, el dinero no puede quedar separado, ni el ciclo de la vida tampoco. 
 Que la tierra nos sea leve… 

 *B.M.*

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