*Fitur*


 Le metieron como pudieron en la ambulancia, estaba hecho un andrajo teñido de sangre, piezas rotas de su maltrecho cuerpo estaban amontonadas en una tinaja con hielo de cubitos de los pequeños, de los que se echan al whisky on the rocks. 

 Comenzaron a ulular las sirenas y el conductor pensó que casi era más conveniente dirigirse a la morgue que al hospital. 
 Así le metieron en la ambulancia, a empujones, con calzador, como su tía lo había metido de concejal, para que a sus 45 años hiciera algo en su vida. 
Era la tercera legislatura de la tía como alcaldesa y fue fácil ponerle al frente de Fiestas y gente mayor. Lo colocaron ahí porque había personal avezado en llevar el cotarro de forma loable, sin demasiados gastos, aparentemente. 
 Una vez metido Paco en el ayuntamiento, al llegar el mes de enero fue enviado a Fitur, la Feria de turismo, que ni renueva, ni avanza nada, ya que el turismo busca sol y playa, y beber y comer, y ver algún edificio si se tercia y nada más. 
Paco conoció a ediles, como él, de la zona valenciana y se topó con el carajillo, fue un descubrimiento total y al conocer que casi en cada pueblo hacían una “ruta del carajillo“ para promocionar la zona, a Paco se le ocurrió lo mismo, pero con el whisky, y a duras penas, ya que no daba para mucho su preparación, redactó, con ayuda técnica, un memorándum en el que proclamaba la “Ruta del whisky“ de Madrid. 
 ¡Qué iluminado estuvo Paco ese día! 
Whisky de calidad de malta, de añadas importantes, para la jet. Otro de nivel medio para las gentes de sueldos notables. Otro para la plebe más baratito, acorde a cada bolsillo.
 Hoteles de lujo, restaurantes, cafeterías, bares de barrio y clubes de carretera se apuntaron, porque les proporcionaba, el adherirse a la ruta, una sustancial rebaja en el IBI. 
 Paco visitaba cada establecimiento y regaba sus dicen que porcinas fauces con abundantes libaciones, y se hacía de querer, porque al mismo tiempo, promocionaba la marca registrada de Anís del Mico y regalaba cajas y más cajas, para impulsar un poco más la mercancía, introduciendo su calidad en los prestigiosos establecimientos madrileños y en los de los alrededores. 
Todo iba bien, hasta que ayer, fruto del azar y porque iba borracho, muy borracho…al salir del club de carretera “Bombón“…un camión se llevó por delante a Paco, que creo que deja hoy mismo de ser el edil preferido de su tía. 
 Deja, así pues, una gran tarea realizada en pocos meses. Tarea que más tarde ha quedado malograda por denuncias que decían que desde el Ayuntamiento se fomentaba el consumo de alcohol. 
¡Cuánta maldad! ¡Cuánta maldad hay y cuánta envidia! 
Porque mira que yo siempre he visto a mi abuela y a sus amigas, cada tarde, jugando al mus, con una botella de Anís del Mico, que es marca de calidad contrastada, y largos años de presencia en el mercado. 
Todas las abuelas pasaban de los 90 años, y todo normal, excepto algunas caderas rotas por caídas fortuitas. En este contexto, fortuito tiene mucho que ver con borrachera. Pero no se lo digas a nadie. 
  
¡Oye, las tradiciones son las tradiciones. No enredemos!
A mí me gusta aquella de la guillotina con sus reyes, en Francia allá por 1793, solo a 15 años del famoso 1808, el turrón. Bonita tradición también. 

 *B.M.*

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