*Abrazo*


Recuerdo con nostalgia aquellas noches y madrugadas en duermevela, con el corazón en un puño, nostalgia que debió ser esperanza de un cambio que no se produjo, puede que por estar en el lugar equivocado y con gente adversa y otra mal guiada. Y aún hoy, a cien meses vista, la sensación de lo que pudo haber sido y no fue, deja un sabor agridulce, como a fiesta frustrada y a pena y a impotencia. 
La concurrencia de circunstancias adversas y, la falta de diálogo y la escasez de una mínima comunicación, originaron, posiblemente, un desencuentro y un vacío que queda agarrado al suelo del alma, como un pozo sin agua y sin lluvia y sin nieve, en un invierno cruel y perenne, que perdura.  
Cuando ocurren cosas malas, siempre puede y suele haber un cambio, que se espera, a veces, sin esperanza, con una rutina que lleva la pátina del optimismo, que sale del fondo de un alma que necesita una raíz o un recuerdo donde agarrarse y un abrazo que no llega… 

 Si un día, tú que me lees, ves a alguien que incluso en modo y forma circense, te pide un abrazo o regala un abrazo, no lo dudes, dáselo, aunque parezca falso, un abrazo reconforta y si puedes hacerlo… que dure al menos diez segundos. 
Tengo comprobado, yo que tan falto estoy de abrazos, que la carga positiva que se genera es suficiente para seguir avanzando con esperanza, aunque no se sepa de qué. 

 Yo una vez negué un abrazo y no debí hacerlo…  

*B.M.* 

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