*Testamento ológrafo XXV*


 No me atrae demasiado Tokio, mi cultura es mediterránea. Y sí, tengo curiosidad por oriente, pero no para profundizar en demasía. Aunque suene superficial, con lo profundizado con Emi me conformo. 

Es una cultura a respetar y para curiosear entre el bagaje milenario que atesora. De acuerdo que van por delante en el desarrollo de ingeniería informática, pero hay un mundo cultural que no se asemeja en nada al nuestro. Lo dicho… Respeto…  

Mañana del segundo día en Japón. 
Irina está radiante, es un hallazgo verla, te cambia la vida… Son las 12:00 de la mañana, ya ha vuelto de unas reuniones y pregunta que cómo fue el día y la noche pasada… Que si me va gustando. Miento, diciendo que todo es perfecto, ni mención de Emi, y que el ritmo es frenético para mí. 
 En plan turístico total, vamos a comer en un restaurante, donde hacen Sumo en un ring situado en el centro del local, nosotros estamos en alto, como en un segundo piso. Es espectáculo sin más. Después, una función en el mismo ring, una soprano cantando una epopeya ancestral, es un aria corta, muy visual y sonora. Hemos cumplido con todo el ritual y turístico que cabía esperar. Solo nos queda comer Fugu, el pescado japonés más venenoso que el cianuro, los expertos lo elaboran de forma segura y con excelente resultado para los sentidos. Lo probaremos. Bueno, lo probaremos o no lo probaremos. 
 Irina, contrariada, dice que se le han complicado las cosas con motivo de una huelga de controladores aéreos y que debe estar al tanto, y no puede moverse de aquí, por lo que me sugiere que sea Emi, la que me acompañe a Shanghái… Balbuceando, le digo que da igual, que no hace falta ir… Ella insiste en que vaya, y que Emi me acompañe, porque ella habla chino y es muy servicial, y que ella haría que todo fuera perfecto… Me estremezco en mi interior pensando en que si Irina sabrá algo de lo que pasó… Espero que no… Creo que no… 
 Después de varias reflexiones, dice que debo ir, que no debo perder la ocasión de ir y que más tarde tendrá los billetes de avión y la reserva de hotel a punto. Finalmente, accedo, ya que me gusta la idea de ir a ver los avances tecnológicos chinos, con el aliciente de una experta guía, acompañándome… en todos los sentidos. 
 Emi hace como que no me mira, pero presiento que quiere ir. 
 Irina tiene que marchar a la central, después me llegarán los billetes y la reserva de hotel… 
Saldremos a las 6:00 de la mañana en vuelo Tokio-Shanghai, tres horas 40 minutos. Narita-Pudong. 
Me gustaría ir en el tren bala de Shanghai a Beijin, son casi cinco horas para los más de 1200 km de distancia que hay, es una experiencia que quiero probar. 
 Solo cuatro días de viaje uno de ida a Beijing, otro de estancia, otro vuelta Shanghai y estancia y vuelta a Tokio. Un vorágine que me encantaría realizar, aunque me agobia un poco… 
 Emi, al quedarnos solos, me explica que ella ha hecho muchos trabajos para Irina, pero que nunca le había ocurrido lo que le ha pasado conmigo. Que está encantada de haberme conocido y que disfruta cada momento a mi lado. Que en el tren bala, me dice, hay compartimentos como en el hotel cápsula que podemos utilizar para descansar y charlar… Y así aprovechar el resto del tiempo para ver las ciudades y las gentes. 
Emi me avisa que solo se podrá ir a ver, en plan turista occidental, un poco de la Ciudad Prohibida y la plaza Tiananmen y un recorrido por la ciudad, no habrá tiempo para nada más. 
En Shanghai, el centro del Corazón Financiero, el Skyland, La torre Perla Occidental, algún templo, museos y Buda… 
 Con esa planificación, aunque el itinerario es largo, puede dar lugar a una completa perspectiva de lo que pretendo ver, la tecnificación avanzada. 
 En la pantalla del televisor de tren veo que este va avanzando a 415 km/h y no se nota ningún traqueteo. De todos modos, mi cabeza no está en el tren ahora, estoy pensando en otras cosas. 
 Emi se acerca, mientras yo miro por la ventanilla y me dice que acaba de tomar una cabina cápsula. ¿Quieres descansar o prefieres un masaje?, me dice. 
Es justo lo que estaba pensando. Le digo que sí. 
-Sígueme, dice, va delante de mí haciendo suaves movimientos con aire sexy… Se para delante de una cabina, pulsa los botones de la contraseña, se desliza el interior, yo entro con ella… Se abalanza sobre mí y me besa golosamente, mientras con manos expertas, se desabrocha la falda, para un momento y dice que tenemos tres horas de descanso… El relax para esta chiquilla es repasar el Kamasutra a saltos… ¡Qué resistencia, qué profusión de contorsiones! Yo ya tengo una edad para estas locuras, pero me aplico… Ya tranquilos… Después de tanto jadeo… 
Emi me dice que está feliz a mi lado. Yo le digo que estoy superexcitado cada vez que la veo o pienso en ella, pero que estoy en medio de una relación. 
 Ella no sabe nada de Nuria. Yo callo… 
 Dice: Me gustaría ir a España y llevar los negocios de mi padre allí. Su padre es mayorista de pirotecnia y artículos de fiesta, vende a los chinos de toda España desde la base de Moncada, cerca de Valencia. Ella, con su español y el resto de lenguas, quiere ir a ese mercado. Es economista y su empresa tiene un alto volumen de ventas. 
 -Me gusta decir las cosas a la cara, dice… Yo me iría contigo, sin dudarlo… Continúa. 
 A mí me deja chafado por su claridad y rotundidad. 
-Emi, yo no estoy en un momento bueno para tomar decisiones de ese calibre… Ahora no puedo decidir nada. Necesito reflexionar. 
 -Tómate el tiempo que necesites, me dice, ya sabes lo que quiero y mi entrega a ti es con todas las consecuencias. 
 Me va a dar algo… 
 -¿Cómo puede tenerlo tan claro? 
-Y yo. ¿Cómo puedo tener semejante lío delante de mí? 
 Después de hablar vuelve a pedirme que la penetre… 
 ¡Madre mía, qué fogosidad de mujer…! 

Esto debería haber ocurrido en Peñíscola o en Cambrils, no en China y reposar tranquilamente allí, pensando en langostinos de Vinaroz, en Chardonais y en Flaóns de Morella. 
 La vida es injusta cuando se precipitan las cosas… 

¡Mírame a mí con tres “novias“ en marcha o en ciernes y con una expectativa de vida internacional, que yo quiero que sea local, de campo, con un caballo, o dos y una chica nada más… Y dar y recibir abrazos de la gente que quiero… Solo eso… Tengo que pararme y pensar… 
Ahora hay un caos sexual, viajero y un poco etéreo para mí, porque mi felicidad reside más en la tranquilidad que en la sofisticación…
 Yo podría estar en Eslida en mi casa y que vinieran Nuria e Irina a verme allí y retozar por el monte… Entre caballos y pozas de agua limpia, y después guisar guisos de pueblo y asar carne con alioli en Pascua y en Navidad y, que trajeran jamones, cinco jotas para solazarnos y vino de alto nivel… 
Esa sería una buena marcha para mí, porque ahora estoy pensando: ¿qué me importa a mí que China nos haya pasado como si estuviéramos parados? No voy a solucionar nada por mucho que lo intente… 
Bueno… Voy a despertar a Emi, que se ha quedado graciosamente dormida, desnuda como un cochinillo en la cazuela… Está para comérsela… Te lo prometo… Debe pesar como mucho 48 kilos, a ojo de buen cubero… 
 Viajaremos en Beijing y en Shanghái y cumpliremos con el ritual del turista con cartera potente. 
 Estos últimos pensamientos y reflexiones, por lo veraces y sinceros, no se los contéis a nadie, no están preparadas para oírlos, aún… 

 Continuará…

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