*Hugo*
Como me levanto con horario de panadero, hay días en que me duermo, en la siesta, como mi abuela hacía, con la cabeza ladeada y babeando, como hacía también mi perro, mastín de los Pirineos, Hugo, al que tuve que dar al carnicero de Eslida, que tenía corral enorme y carnicería sublime. No iba a dar a mi cachorro de 50 kilos a un cualquiera. Busqué clima y sustento adecuado… Hugo, en una babeada de las suyas, te duchaba y con aquellos ojitos negros de azabache, como los de Platero, brillantes, te sonreía, y tú lo abrazabas, como se abraza a esos osos enormes de las tiendas de juguetes caros. ¡Qué inmensidad de cuerpo y de pelaje abundante!
Lo tuve que dar, porque de una sentada se comía un pollo y mi madre no estaba por la labor… El caso es que sesteo babeando… Y al despertar recuerdo que, estaba soñando que guisaba un guiso de paletilla untada con grasa de la buena, y pimentón de la Vera y cebollitas picadas en fino y tomatitos y pimientos, cortados en juliana y patatitas enteras y al cortar la cebolla, se va al pulgar con la cebolla, y me despierto cabreado y me relajo al darme cuenta de que es un sueño.
No voy a cocinar cosas de larga duración… No me interesa… Me he vuelto a mirar el pulgar, por si no estaba en su sitio… Porque tú no sabes la falta que hace el pulgar, lee, léelo donde lo cuenten y verás, el desastre que ocasiona su ausencia. Un ejemplo: coge un rifle y dispara, sin tener pulgar en la mano derecha, y verás que matas a quien no querías… O intenta tocar el piano o la batería… Vas a coger un cabreo del demonio y todo por cortar cebolla con pulgar, incluido.
Si no sabes… No te metas. Ya te lo he advertido.
Iba a hablar de otra cosa al comenzar esto, pero Hugo me distrae mucho cuando lo recuerdo…
*B.M.*
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