*Holanda ya se ve*
Las fechas finales del año, que nunca me han gustado, se viven ahora de manera distinta a cuando teníamos edades jóvenes y ganas de fiesta por cualquier acontecimiento, señalado o postizo. La pérdida de la religiosidad manifiesta, vacía, las iglesias y las representaciones religiosas van en franca retirada.
Los comercios, restaurantes y tiendas se encargan de armonizar y adornar con músicas y luces de colores las calles para propiciar las compras compulsivas, los regalos y la creencia de que la ilusión de los niños, ha de cifrarse en juguetes y papás noeles y reyes magos, que ostensiblemente se van viniendo abajo.
Las fiestas de los colegios en los que los obispados meten mano, quieren honrar a Jesús y María y a José, en los que el pueblo ya no cree.
El caudal de publicidad de las televisiones encaminado a televisar ceremonias de antaño y películas de tintes bíblicos, que ya nadie ve, solo se sostiene porque las cadenas son de la iglesia, de los obispos y del Opus. Afortunadamente, ya se les escucha poco. Ellos a lo suyo, a apagar el fuego de sus pederastias, que quieren poner en el olvido, y nosotros con la burra que va hacia Belén cargada de chocolate. Viendo a lo lejos a Holanda, que ya hace días se ve…
¡Que el empacho nos sea leve!
*B.M.*
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