*Insistencia*
Tres veces en un minuto, tres, son las que he apartado a mi gata que se empeña en ponerse detrás de mí, entre mi espalda y el sillón, mientras estoy escribiendo. Esa constancia le da como resultado que ella esté allí y yo inclinado hacia delante, por sus santas orejillas.
Ya me he acostumbrado a su notable insistencia en todo lo que quiere y se propone, y asumo que lo conseguirá.
Esa inconmensurable constancia, esa insistencia selvática, esa proverbial falta de vergüenza, ese tener claro que lo suyo es lo importante, debería ponerlo todo de mi lado y hacer lo que me falta hacer, para ser feliz anímicamente. Yo sé lo que es. Debo estudiar lo que hace la gata y hacerlo yo. Una estrategia descarada y sin sofisticación, repitiendo al modo gatuno los ataques.
Que no sale bien, ni a la primera, ni a la que hace catorce, pues adelante, a repetir. Un lapso de tiempo y volver a atacar el objetivo. Que me rechazan… Repetir… Que me vuelven a rechazar… Vuelvo a repetir… Hasta que consiga ponerme donde necesito estar, entre, hipotéticamente, mi espalda y el sillón. No sé si me comprendes…
Si no logro hacerlo en un tiempo prudencial, cuando me ponga delante del espejo, me va a despellejar, ya lo verás…
*B.M.*
Comentarios
Publicar un comentario