*Vivir de la Naranja*
Tengo un amigo que es práctico en su trabajo, con la practicidad, que da el ser observador y pillo, se gana bien la vida, ha aprendido, con los años, los recovecos de lo que es llevar por su cuenta, fincas de naranjos, propias y ajenas. No es tarea fácil, porque a la gente del campo se le ha dejado de la mano de Dios, desde hace años. Si el vivir de los naranjos fuera pan comido, las fortunas grandes serían las dueñas de toda La Plana Baixa y desde Sagunto hasta Ulldecona, pero no es pan comido, es enredoso, es cambiante y el clima es el dueño de lo que va a pasar con tus variedades. Son muchas pequeñas cosas las que hay que hacer, y muchos pequeños especialistas que utilizar. A él le va bien, y de hecho le han copiado maneras, variedades y fórmulas; veremos en cinco años qué pasa con ellos.
Me dice que la madre del cordero es la envidia, que todo se mueve por esa manera de vivir la vida. —¡Si ese lo ha hecho, yo sabré hacerlo mejor, qué se ha creído ese.! Y después viene lo que viene.
Mi amigo no dice qué fórmula se utiliza para el engorde o para combatir la araña o cualquier otra plaga. De hecho, compra los productos en diferentes sitios, distantes entre sí, para que no le puedan copiar. Cuando llega la cosecha, una red de propinas y de favores pagados aparte, se ponen en marcha. El año fue bueno, por suerte.
Debido a la edad de estos náufragos del sistema del mundo de la naranja, no hay un claro reemplazo y parece ser que sin estos personajes, el precio del trabajo se encarecerá y no será viable continuar, además la cosa se complica porque estamos hablando de minifundios, aunque en conjuntos sumen bastantes hanegadas como para ser rentables, por ahora.
Yo lo veo como una figura que se va a extinguir y con ella va a desaparecer la naranja de nuestra zona, zona que en otro tiempo fue rica y potente y ofrecía nuevas glorias a España, ahora languidece en el pasillo, que es la parte que ocupa de una casa, cuyas habitaciones principales no están ni han estado nunca aquí.
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