*Mundo interior*


 Lo había practicado toda su vida, desde la niñez, sin problemas, le gustaba estar solo, observar y después crear situaciones. Cualquier escenario era posible para él. 

 ¡Juega con los niños! ¡No te quedes solo! Le decían, y él permanecía quieto con cara de felicidad. 
 Aún no se habían inventado el TOC, ni los trastornos de personalidad, A, B o C. No se manejaba lo de paranoide, ni esquizoide, ni el tipo histriónico, ni el narcisista. Su mundo interior superaba cualquier comportamiento regulado socialmente. En cuanto a estudios, lo llevaba bien, no sabía lo que quería ser de mayor, pero le encauzaron, no había otra salida, en los estudios, la mili, novia, casamiento, hijos, yernos y nueras y nietos. Los amigos de siempre con el cariz de superficialidad que impera por doquier. Conocidos muchos, amigos muy pocos y así se avanzaba en la vida, intentando no tener enfermedades, ni dolencias, ni carencias; sorteando la regulación de las religiones y el aparato político de los partidos. 
Practicando la libertad consigo mismo y absorbiendo lecturas, que le daban esa tranquilidad comparable con la felicidad de la niñez, y volvió a observar y crear situaciones que otros no podían imaginar. 
Y en una pirueta mental volvía a la niñez y al placer de no desear nada que no tuviera ya. El cuerpo había envejecido, pero él seguía siendo el niño precoz, que, sin proponérselo, era. 

Y volvió otra vez el tiempo cíclico y rutinario que no le afectaba en absoluto. Ya era Pascua, con sus fiestas de desfiles y borracheras y comercio, y penitentes y disciplinantes y tradiciones sin sentido, apoyadas en inventos de mentes dementes. 

Le Monde dice que ya son 113 los muertos en Moscú en atentado que reivindica El Estado Islámico, llegan semanas de pasión y muertes…

 -Bautista, sírvame un trago de anís del Mico, por favor, que me voy a procesionar…

 *B.M.*

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