*Rincón de Puerta*


 Tengo dos amigos sevillanos que son hermanos: Agustín y Juan, diplomáticos de carrera, carrera menor, pero diplomáticos, ambos dos, viven en Triana, pero antes vivían en Dakar, capital de Senegal, agregados en la embajada de España allí. Han estado más de veinte años, nunca quisieron promocionar ni cambiar de lugar, aparecieron en Dakar para una sustitución de tres meses y han estado casi trescientos. Las cosas económicas les han ido bien, sobre todo a raíz del París Dakar, con las empresas patrocinadoras que requirieron sus servicios para tener facilidades de gestión y promoción. Me llamó ayer Agustín para que le proporcionara el teléfono de un amigo que tengo en Sudán, es el interlocutor entre el Norte y el Sur, Yahya, un señor con mayúsculas. Hablé con Yahya, en su momento fue vicepresidente del país y le he pasado los datos a Agustín. Agustín me ruega que le acompañe a Jartum y le he dicho que no puedo sobre todo por las vacunas y demasiadas recepciones y trajes y viajes. 

 Son interesantes las andanzas de los hermanos en Senegal. En Dakar, dicho entre la élite de la que formaban parte los sevillanos, existe el hecho patentizado de que la noche tiene un nivel de sofisticación propio de Ibiza, Mallorca o París. 
Sé de buena tinta que las mujeres senegalesas, de rasgos europeos, cuerpos esculturales y piel negra sin paliativos, tienen como deporte seducir a todos los blancos que vienen o aparecen por allí. Es una afición innata, casi legendaria. Mis amigos vivían en la gloria de los Borgia valencianos, noches de vino y rosas y mujeres celestiales. Ese fue el motivo principal por el que nunca quisieran promocionar o dejar el país. 
Alguien le comento, cierta vez, a Juan, que las mujeres africanas olían…y Juan contestó…Si, huelen…pero no veas como huelen de bien…a gloria bendita…
Hoy Dakar ya no recibe como solía el rallye, y mis sevillanos se refugian en el Rincón de Puerta, bar con tapas de primera, en Triana, al lado opuesto de la Torre del Oro. 
La calle limpia, inmaculada, turistas, manzanilla fría, acompañada de cambiantes tapas de a diario. Al fondo se oye un rasgueo de guitarra al medio día…
 
Tempus fugit. 
 
*B.M.*

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