*Restricciones*


 Tuvo que recurrir al mercado negro para conseguir el certificado. Lo pagó y al final no se lo dieron. No hubo manera de lograrlo de forma legal; era requisito indispensable a presentar. Las exigencias para comprar lo que pretendía Vicente, eran cada vez más rigurosas, al punto que ya era imposible hacerlo. 

El vigilante del supermercado, ya no recibía propinas por hacer la vista gorda, ni el de la tienda especializada en comida de animales de compañía. 

No llegaba a fin de mes y las macetas de casa ya no producían tomates ni pimientos suficientes. Fue muy duro. A Vicente no le quedaba grasa en el cuerpo y había perdido masa muscular.

Vicente ya no podía conseguir las latas de comida para perros y gatos ni las bolsas de pienso con las que se alimentaba porque era más económico eso que cocinar comida para humanos. 

Tuvieron que ingresarlo con índices bajísimos de sodio y hierro que le producían pequeños peligrosos desmayos. 

Mientras, se oía en el aire por doquier el soniquete: Es el mercado amigo, es el mercado.


*B.M.*

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

*L’Egypte*

*Bous al Carrer*

*Apapachar*