*Gran Reserva*


Tenemos en la pandilla un ejemplar humanoide que dice entender de vinos, le concedemos su presunta parcela de sapiencia vitivinícola para que no nos dé la tabarra continuamente… Pero ya se lo hemos hecho tres o cuatro veces, es siempre la misma situación, empieza a ensalzar un vino… Que si ese vino tiene tal o cual puntuación, según Parker, que si medalla de oro aquí o allá… Y a la primera ocasión llevamos ese vino a la mesa… Se lleva, pero hemos vaciado la botella del vino caro, en un recipiente de mucha menor cuantía y de menos presencia, y hemos colocado un vino a granel en la botella que él ensalza de una manera sublime. 
 Vamos cenando y él, como hace siempre, acapara la botella especial, rellenada con “Tío de la Bota”… U otro vino de un euro el litro. El amigo “enólogo” disfruta como gorrino en lodazal y nosotros le alabamos el gusto y el buen criterio. 
El disfrute de los sentidos se lleva en el alma, no en las papilas gustativas, de lo contrario estaríamos pillados, él tiene su recompensa emocional… Nosotros bebemos el vino caro y todos felices… 
 No es una leyenda urbana, podríamos poner nombres, apellidos y lugares, pero lo dejamos tal cual está relatado, para no herir susceptibilidades ni bolsillos. 

 *B.M.*

 

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