*Toros*


 De fútbol y de toros todo el mundo sabe y todo el mundo, a la vez, ignora. 

A mí me gusta el toro, el animal, sin castigar, su porte, su fuerza, su dibujo, pero cuando ya comienzan a picarle, pincharle y matarle delante de todos los que van a ese espectáculo, ya no me gustan los toros en la corrida. 

El locutor magnifica el toreo. ¡Qué sutileza, qué clase, qué temple, qué gusto, qué armonía, qué despaciosidad, va diciendo y la gente jalea y jalea…! Y vuelve a decir: ¡Qué armonía, todo muy medido, todo muy torero, repite otra vez el locutor…! Y culmina diciendo que lo que acabamos de ver, es una obra maestra. 

¿Tú te lo crees? ¿Tú te crees eso? 

Pero si hay gente del mundo de la cultura que para analizar una obra de arte necesita estudiar años y años y especializarse en formas, colores y composición y aun así discrepan de obras de maestros de la pintura… ¿En algo tan efímero como un pase o un capotazo se puede ver arte sublime y magnificencia consumada? 

Llamar maestro a un torero, es atreverse a pisar un charco hondo, ya que con dificultad, los pobres hombres, las más de las veces, enlazan palabras que pueden no tener ningún sentido, la cultura no suele ser su especialidad.

Lo más curioso, para mi ignorante criterio, es que se pague un precio caro por la entrada para jalear el valor de otro… Me da la sensación que es una manera de disimular el miedo del pagano a ponerse delante de un toro, y que con el poder económico se intente paliar la falta de bravura del aficionado seguidor… 

Debería ser asumido que es un acto poco noble maltratar al toro, y habría que recordar que a mí que soy amante de los caballos, al punto de no comerlos, me repugna que hasta el 27 de agosto de 1927, el caballo del picador no llevara peto, y la gente acudía a la plaza, a ver carnicerías brutales, donde las crónicas de la época dicen que morían diez caballos en cada corrida… 

Hay que ser bestias para hacer esa brutalidad y la ahora también… ¿No? 


 *B.M.*

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