*Spa*


 Hay una sencilla receta para ser feliz y es barata: chapotear en un charco en puro barro y agua… 

Cuando teníamos ocho años íbamos a un huerto de naranjos nuestro, de mis abuelos, cuyo linde norte daba a la acequia que se llama del Rovellat, la acequia en aquellos días era natural, era de barro, de tierra, y se formaban hondos de no más de un metro, nosotros mediríamos un metro veinte, y con mi abuela de vigilante de aquella soñada playa, jeje… 

Íbamos Paco, Juan Carlos, Vicente el rojet, Salva, Pascual y yo… 

 El significado y la etimología del verbo gozar, se me antoja que se quedan cojos, es pobre ese verbo para describir los idílicos momentos de esos veranos humildes, y ricos en naturaleza a la vez… 
El agua limpia… clara…no había insecticidas, y se podía beber, fluía rápida cada día, los zapateros se encontraban por doquier, esos insectos equilibristas de largas patas que flotan en las aguas de los ríos y se deslizan como lanchas o dando la sensación de andar sobre el agua… 
Pasábamos horas en el agua, en los lindes había frutales: manzanas y caquis y naranjas y peras… y los comíamos a discreción. Cuando era ya la hora de marchar, mi abuela avisaba y comenzaban los rituales de salir del agua. “Escabuzón de Santo Cristo, cojo la ropa y me visto“ “Escabuzón de San Andrés…aún me quedan otros tres…” 
Escabuzón, lo sabes, es lanzarse al agua de cabeza, en nuestra tierra tiene mucho significado. Y ese ritual lo repetíamos hasta acabar con la amplia paciencia de mi abuela… 
Al final marchábamos hasta nuestra calle, que era nuestro castillo-fortaleza de juegos y tranquilidad, porque aquella calle no podía ser transitada por coches, acababa en la puerta lateral del convento de las monjas, y solo había un estrecho paso apto para bicicletas y peatones… Y allí otra vez a jugar… hasta la cena, en corro, en la calle y después a dormir, a veces en el colchón de la música… que así llamamos al colchón de hojas de maíz secas. Si te movías la música, te arrullaba… 
Y la niñez iba pasando, como pasa la vida… 
Ahora la acequia es de hormigón y los niños no pueden nadar, ni beber allí, porque el agua tiene sulfitos, sulfatos y pollas en vinagre… 
Es manida la frase… Pero éramos felices, y no lo sabíamos… Teníamos un spa natural, y éramos usuarios privilegiados… Los dueños del lugar. 

 *B.M.*

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