*Intimidades*


 Hay varias maneras de ver la vida y afrontarla, pero en lo que respecta al interior, a lo íntimo, a lo más cercano al cuerpo, solo hay dos: la ropa interior y los calcetines o te los pones del derecho o te los pones del revés. Me están llamando a dar charlas sobre el tema y voy porque cobro, pero la cuestión es de pensarla cada uno en privado. Cuando comienzo mi disertación, siempre pregunto si en la sala hay alguien que no sea de piel delicada, en la zona del dedo meñique o en la zona del orto, en su acepción argentina. Y todos coinciden en la frágil textura de ambas zonas y entonces… ¿Por qué ponen las costuras y los puntos hacia adentro? 

Yo siempre llevo los calcetines y los calzoncillos del revés, lo de las costuras hacia fuera y así la vida es más tranquila para mí. Si alguien los ve, me da igual porque el uso que les doy es de comodidad manifiesta y no de elegancia. A la gente, salvo en momentos eróticos festivos, no les gusta mostrarse en ropas menores, sobre todo, si no son de La perla o Intimissimi… Priva la comodidad y nada como un calcetín, con las costuras hacia fuera… Una vez lo he explicado, ya no me vuelven a llamar. Así de ingrata es la vida… Pero tengo otras teorías igual de complejas que esta, que aclararían la forma de vivir para muchos… 

Todo esto lo aprendí de mi tío Juan, que quiso ser cartero de los de bolsón en ristre, pero nunca le dejaron ejercer porque era cojo y ciego, y eso le impedía desplazarse rumbosamente. Igualmente, no podía leer a quién iba dirigida la carta… Un desastre. No había enfocado bien su vocación, ya había desistido antes de ser chofer de autobús y torero, por sus circunstancias físicas altamente deterioradas para esos menesteres, y quedó en monaguillo, pero solo de presencia, después de volcar vinajeras y cálices con el jolgorio de los asistentes a las misas de once. 

La caridad comienza por uno mismo, y el tío Juan se hizo un favor y vive ahora retirado en un monasterio, recitando un mantra corto, y yo sé que a la vez va maldiciendo en voz baja por otros conceptos que no puedo contar aquí… 

Si hubiera tenido la suerte de vivir en época de audiolibros leídos por el teléfono, como ahora, no se sabrá nunca dónde hubiera podido llegar… Pero seguro que hubiera llegado a algún sitio, no lo dudéis… Él era constante en su lucha por conseguir lo que quería. *B.M.*

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