*Borriana*
Es una frase que siempre me ha ganado el terreno, sobremanera, yo me imagino que si mi abuela hubiera tenido ruedas, no sería mi abuela, sería una bicicleta, como dice el dicho, y la veo de bicicleta, con un potencial en el mundo de la economía de inicios de los años cincuenta del siglo pasado, repartiendo pan o helados de La Constancia o terreta de La Vall y me gusta la imagen…
Ella, mi querida abuela, bajita y pizpireta, en su bicicleta. Ella en sí misma es una bici, con el sillín a ras de tija, porque ya no puede bajarse más, y ella, con lo aseada que era, todo muy engrasado y reluciente, y con las manos muy limpias repartiendo sus preciados productos. Coyotes, granizados de café, horchata líquida, unos días… Otros, camarones, recién cogidos, saltando durante horas, para hacer una tortilla rojiza, descaradamente buena… Y otro día, terreta de la Vall…
¡Xiques… eixiu, que me s’acaba… Y no torne…!
En Borriana a tantos de tantos de mil novecientos cincuenta y tantos…
*B.M.*
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