*Pastel de carne*

 Los investigadores no daban crédito a lo que venían encontrando. Nadie se hacía a la idea de la magnitud y de la maldad del o de los artífices de las muertes. Cuando lograron abrir la cripta, aparecieron dos cuerpos más, y ya sumaban ocho. Ninguna de las difuntas tenía más de veintiséis años. Todas tenían un corte longitudinal entre los pechos, los forenses concluyeron que las habían matado para extirparles el timo, después de constatar que todas las cuencas de los ojos estaban rellenas de algodón, al haber sido vaciadas, sacando los glóbulos oculares, cuyo motivo estaba pendiente de interpretación. 

 Cuando le invitaron a la cena de Navidad, Ramón, llevó dos botellas de champán y el fiambre frío de gelatina de carne con aquel sabor excelso, que era su especialidad.

Hacía tres meses que había pedido la mano de la hija del juez y había sido aceptado en la familia de forma oficial. 

 A las 21:00, cuando se disponían a tomar el aperitivo antes de la cena, llegó la policía científica a la casa del juez y se produjo un gran revuelo. El teniente habló con el juez, se llevaron a Ramón y la prueba de los crímenes, el pastel, que el departamento de anatomía patológica corroboró que estaba hecho de timo y glóbulos oculares, con aquella apariencia gelatinosa y al parecer de un olor y un sabor excepcionales, dignos de la cocina más valorada del momento. 

 El seguimiento policial a unos vecinos de Ramón, productores de metanfetamina, en forma de Hielo o Cristal, dejó unas grabaciones que incriminaron a Ramón, filmado, transportando los cuerpos de las chicas, trabajadoras todas del club La luna azul… De los pormenores del caso, se hizo eco la prensa provincial y local. En las semanas siguientes, la hemeroteca puso luz sobre un caso tan particular y peculiar… 

 

Yo no como ninguna carne, de la que no conozca la forma y la procedencia, los fiambres y los patés no son de mi gusto, se los doy a mis gatas, ellas saben apreciarlos… 

 *B.M.*