*Albacete mon amour*
El BOE, el 7 de octubre de 1978, modificaba el artículo 416 y el 343 bis del código penal, que hasta esa fecha castigaba la venta de profilácticos con arresto mayor y multa de veinte mil a cien mil Pts. Teniendo en cuenta que un salario aparente era de unas seis mil Pts mensuales.
Por ese tiempo conseguir profilácticos en España, era poco menos que un milagro, pero había un mercadeo desde Francia y por los bares de los puertos de mar, bastante bueno.
Después de este inciso mercantilista vamos al asunto que nos ocupa…
De Castellón a Albacete en tren en 1960, se tardaba unas seis horas en llegar… Había que madrugar para llegar a Valencia y de ahí a Albacete…
¡Viajeros al tren!
Entre los viajeros, Paco, camino de visitar a sus padres, que vivían en plena comarca de la Mancha, zona famosa por ajos, garbanzos, y los Miguelitos… Viaje, cansado en un tren falto de comodidades.
Paco, llevaba un traje de tergal, de los primeros que aparecieron: camisa inmaculada y corbata oscura, gafas de sol a lo Alain Delon y su porte elegante, que traía de origen… Por su trabajo llevaba un maletín de mano, con colonia de la buena, y en un fondo secreto, dos profilácticos, por un si acaso… Pasaban las horas y a dos tercios del camino entre Almansa y Albacete… Paco salió del departamento de segunda clase, al pasillo, a fumar… Miraba el paisaje conocido, y algunas veces añorado, se apoyó en la ventanilla, y a su lado, estaba ella, una mujer, la mujer… con las manos entrelazadas en las que se dejó ver una sortija, sin duda, alguna de matrimonio. Nada que objetar…
Debían faltar 25 km hasta Albacete. Paco se quitó las gafas de sol y las miradas se cruzaron, y en el aire sonó un zumbido como de cortejo de abeja reina y zángano, este como elemento masculino de la colonia, en su función de fecundarla en los vuelos o viajes nupciales… Aquel era el viaje nupcial, no acordado de antemano…
Hablaron y hablaron. Ella, dulce y receptiva, y él, con su verbo cuidado y zalamero, que aún le distingue entre los de su generación.
Ella iba a La Roda, él a Seseña… Nadie fue ese día a su destino…
En la habitación del Hotel, donde se hospedaron, se celebraron las bodas de Canaán, el Decameron y el Kamasutra, en una conjunción de nervios y pasiones…
Se acabaron los profilácticos y se continuó con el conocimiento bíblico mutuo, sin paliativos y sin látex, ni impedimento alguno que coartara el intercambio de fluidos de ningún tipo… durante dos o tres asaltos más… La noche acabó, como acaba el deseo saciado… No hubo despedida, ni teléfonos, no era posible… Solo una confidencia de ella a él… “Cuando llegue a casa, complaceré a mi marido hasta la saciedad, y si quedo embarazada, no se sabrá de quién de los dos es…”
Algo especial pasó ese día, porque Paco guardó un botón de la camisa de ella y una muestra de su sonrisa, que aún conserva, al menos en el recuerdo…
La conjunción de saltarse la ley, el código penal, la ley de los mandamientos, el sexto y el noveno, da vidilla… Creo que es lo que nos inspira, más que el vino y las migas y las noches de Belén…
*B.M.*
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