*Profesores*
Si retrocediéramos unos cuantos años y nos fuéramos a la época de nuestra juventud, cuando hicimos sexto y preu, tendríamos entonces unos 16 o 17 años. Ninguna penuria, aunque no abundaba el dinero, no pasaba nada, no hacía falta. No veíamos televisión, y las chicas estaban entre nosotros sin roces demasiado apretados, y vivíamos la vida chupando enseñanzas y haciendo locuras. De esa época quiero evocar el recuerdo de tres profesores, una mujer y dos hombres, a cada cual su mérito. La profesora era de literatura, la pobre mujer nadaba contra corriente en aquel enjambre de zánganos, ahora aún recuerdo su rostro agobiado por nuestra desfachatez, no le hacíamos caso y la hacíamos llorar… Le pusieron un mote: “Estoy, o no me encuentro“ le llamábamos.
¡Vaya panda de insurrectos…!
Nos enseñó lo que pudo, la pobre… Nos enseñó, ni más ni menos, la importancia de leer en cualquier contexto…
El otro profesor, que quiero resaltar, era de historia, profesor con mayúsculas… Una eminencia, lo reconozco ahora, usaba técnicas propias de enseñanza y gráficamente la historia entraba en ti y tú en ella. En agradecimiento al hijo, lo encerrábamos en los armarios del instituto a diario. Y el colmo de la desfachatez vino de la mano de una denuncia por representar pechos y atributos femeninos y masculinos. ¡Qué gilipollas éramos!
El último, el de filosofía, ese era un artista en toda la extensión de la palabra, vasco de origen, músico, poeta y actor de teatro… Cada clase era una función magistral.
¡Ojalá estuviera todo grabado para que vosotros los humanos pudierais verle…! Yo tengo un cajón en el occipital, donde están archivadas todas sus actuaciones… cierro los ojos y elijo lo que quiero ver…
Recuerdo el día en que analizó y sintetizó la música en su conjunto, enseñando que “Let it be”, de moda en ese momento, no era sino un pedacito minúsculo de cualquier ópera, que pudiéramos escoger…
En su recuerdo con cariño, a Maricarmen, a Manuel Cabedo y a José Mari Arauzo, maestros en el tiempo.
¡Qué suerte tener gente así cerca y apreciarlo, aunque sea ahora a años luz…!
Olé por ellos y por los otros que nos enseñan pacientemente a aprender, porque gracias a ellos sabemos que el aprendizaje no es sino una constante vital…
*B.M.*
Comentarios
Publicar un comentario