*Las pequeñas cosas*


 La importancia de las pequeñas cosas de la vida: un orzuelo, un herpes labial, un callo, un ojo de pollo o un pequeño grano en el culo te pueden desarreglar una boda, una cita o el estar a gusto contigo mismo, aunque estas pequeñeces entrarían dentro de la tercera categoría, de tres, en inconvenientes diarios… 
Un vecino maleducado, ruidoso y machista, ejerciendo su dominio en el piso de arriba, ya sería segunda división. 
La primera división, cada cual debe elegirla. 

Cuando ya has dejado de conjugar el verbo alardear y estás dispuesto a tolerar insuficiencias, cuando ves que hay muchas cosas de las que no sabes nada y te olvidas de la presión social, te quitas la careta y vigilas la máscara que te pones o te has puesto para ejercer y aparecer ante los ojos de los demás, hay que parar y no olvidar quiénes somos realmente. La apariencia no es nada si no tienes una esencia y la fachada no vale; caerá antes o después. 

 Balzac dijo: hay que dejar la vanidad a los que no tienen otra cosa que exhibir. 
 Cuando la edad pule las aristas de la presunción y la fachada, la persona se muestra más suave, más sabia. 
 Yo así lo voy percibiendo. 

 *B.M.*

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