*El valenciano*


 Lo he dicho y lo he repetido para concienciarme: escribir una historia es contársela uno mismo. Cuando la reescribes, lo principal es quitar todo lo que no sea la historia. Contar la historia, con el lector relajado, acomodado y haciéndole olvidar que está leyendo una historia, es un placer, si te leen. 

 ¿Y cómo se hace eso, don José? Y yo qué sé -me llama de don, por mi antigüedad y porque él es joven- pero parece ser que hay quienes dicen que leyendo mucho y escribiendo mucho. Sin dejar ni un solo día de hacer las dos cosas. 
 Me voy a poner a ello antes de que sea tarde. 

 En la mesa del café donde voy a veces, algunos saben que escribo y hay alguien que me lee. Yo hago como que no lo sé, pero se le nota. Hay días que inventan historias, yo hago cara de crédulo, para ver si hay algún secreto verdadero escondido entre los embustes que me sirva para enlazar las historias de gente que estudió poco, pero que siempre habla en valenciano, que es una lengua curiosa, tan parecida al catalán que ando sospechando si no serán lo mismo, y que los políticos van metiendo banderitas de por medio para marear. 
El que anda dando tumbos mareado es Mazón que no creo que aguante la Cremà.
 
Bon día. 
Tinc d’escriure més en valencià. 

 *B.M.*

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