*La visita*


 Me ha sorprendido, aunque no soy fácil de sorprender, y además me gusta hacerme el interesante, si se da alguna circunstancia que se supone que debería sobrepasar mis expectativas. El caso es que me sorprendió. 

 Los hechos han sido así: 
 Han llamado a la puerta de mi casa con golpes, sin hacer sonar el timbre… He ido y, sin mirar por la mirilla, he abierto. 
Me he quedado parado porque no sabía qué era exactamente lo que estaba pasando. No sabía lo que estaba viendo. 
Delante de mí había un hombre, evidentemente cansado, polvoriento, alto, muy alto, enjuto de carnes, enjuto en el más amplio sentido que la palabra logra describir, con un yelmo para mí, antiguo, antiquísimo y una bacía de barbero en la cabeza, barba y pelo descuidados y en una mano, una lanza y un escudo pequeño, mal calzado y peor vestido. 
 -¿Qué ocurre? He dicho, farfullando torpemente. 
 -Yo soy Don Quijote de la Mancha, y a la llana y sin rodeos, he venido para anunciaros nuevas y defenderos de vuestras cuitas, que sé que son muchas y casi imposibles de salvar, pero por lo que puedo jurar, vengo a ayudaros, porque de forma indirecta me habéis favorecido en mucho. 
Llego muerto de hambre y de sed. ¿Me es permitido pasar a vuestra morada? 
-Naturalmente, señor Don Quijote, pasad, que os daré de comer y beber lo que tengo en casa y si hiciera falta, saldré a buscar más cosas. Tengo fruta, perdices, sopa de ajo y tocino, queso, dátiles, vino y agua. Sentaos que os serviré gustoso por la admiración que os tengo. 

 Comido y bebido Don Quijote, se sentó en el sofá y se durmió, tan cansado estaba, mi criada, Aura, sacó ropa limpia y mientras dormía, entre los dos le lavamos y cambiamos de ropa y le cortamos el pelo y la barba. Todo realizado con monjil, decoro y cuidado. Cuando despertó al cabo de tres horas, porque venía muy agotado, se puso en pie espoleado por el resorte de la novedad… Hizo composición de lugar y rápidamente se acordó de lo que había pasado en las últimas cinco horas. 

 -Sé que has topado con la iglesia, amigo, pero yo estoy ducho en esos menesteres y he venido a obligarles a que os devuelvan, arreglada y compuesta, nuevamente, la ermita del Calvario por la que estás luchando. 
Antes de venir a tu casa he pasado por el obispado y he dejado un escrito que dice así: 
Por comisión y mandato del tiempo de mi tiempo, yo, don Quijote de la Mancha, ordeno y mando que, porque la petición es sana y no contiene cosas contra la fe ni las buenas costumbres, sea devuelta la ermita a mi amigo en plazo breve, con todos los derechos, como hemos acordado. Así lo ha entendido el obispo, que dando palabra de cumplimiento ha firmado el pliego. En Castellón, a 14 de febrero de 2025. Firmado y rubricado.  

Pedidme si os puedo ayudar en cosas terrenales y mundanas, porque no estoy a bien con dioses y cielos, pero en lo que pueda os ayudaré… 
Así quedamos, y sin otras cosas a tratar marchó don Quijote, porque a la salida del pueblo le esperaba Sancho, en la posada, que hay camino de Burriana… 
Me ha dejado una dirección de una posada de Miguelturra para enviarle mis noticias y peticiones… 
Cuando las tenga, lo haré 

 *B.M.*

Comentarios

Entradas populares de este blog

*L’Egypte*

*Bous al Carrer*

*Apapachar*