*La presencia*
Los hechos no dejan de existir solo porque son ignorados. Y este no lo puedo obviar. A veces me pongo a pensar que Rousseau me enseñó que siempre hay cuatro lados en una historia: tu lado, su lado, la verdad y lo que realmente sucedió.
Yo veo solo tres, la verdad debería estar acoplada a lo que realmente sucedió. ¡Digo yo!
Sé que hay alguien en la casa, en mi casa, no me preocupa. Es una presencia que mueve cosas, sin hacer ruido. Unas veces deja puertas abiertas, aparta la bañera de la pared, es una bañera americana con ruedas… Hay veces que miro detrás para ver si está allí y saludarle.
No quiere hacerme nada, porque, de lo contrario, ya me lo hubiera hecho. Tiene a su disposición, blocs y bolis para escribirme y tiene grabadora en el teléfono, pero por el momento no hace ningún movimiento en ese sentido. Comida, no coge, ya lo hubiera notado yo, ni rompe cosas, solo de vez en cuando. Veo libros fuera de la estantería, abiertos y con separador por si se cierran. Si ha leído los que he encontrado por encima de la mesa de centro abiertos, lee autores diversos, una vez fue La conquista de la felicidad de Bertrand Russell, otra la Historia del arte de Gombrich y una más El principito. El de La historia del arte estaba abierto por el capítulo de Egipto… No sé si eso me dice algo.
Algunas noches, cuando me despierto después de haber dormido cinco horas, oigo ruidos, pero ni voy a ver, porque las gatas hacen carreras nocturnas por el pasillo y por el sofá y tal vez estén jugando juntos todos. Mañana les preguntaré a Ginny y a Meleta para ver si quieren decirme algo.
¿Te he contado que estoy intentando enseñarles a decir sí y no? Lo hago para que puedan tener respuestas simples a mis preguntas. Por el momento cuando les hablo, me miran fijamente, hasta que algo les distrae por la ventana, un pájaro o un avión reluciendo con el brillo del sol de la mañana, y se van a hacer su vida, que es lo que mejor saben hacer.
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