*Testamento ológrafo XXVIII*


En la mañana del día de Pascua, comencé a sentir que me faltaba el aire, respiraba con dificultad, nunca me había ocurrido algo así. Yo creía que estaba en forma porque hacía yoga, respiración rítmica y Taichí… y montaba a caballo cada día, a veces, por la mañana, por la tarde y en los días de luna, por la noche, porque el camino de la Nevera era ancho y bien compactado. 
 La luna era tan potente que Salvaje y yo, y Terry y Emi prolongábamos nuestra sombra en el suelo y distinguíamos cabras salvajes a 300 m de distancia, en el camino, de donde desaparecían cuando nos acercábamos a ellas. 
 Algún jabalí se oía en la espesura del monte, y cuando parábamos a hacer el amor, en el suelo, al lado de una de las fuentes, sin caño, que hay por allí, oíamos entre los matojos, los movimientos de los jabalíes que se atrevían a acercarse al pueblo donde la basura. 
 A Emi le gustaba, cuando hacía el amor, asearse con esa agua rojiza por el rodeno y decía que se purificaba con ella y no tenía peligro de quedar embarazada. Al menos tres fuentes había en el tramo de 6 km hasta la Nevera y todas las usaba Emi, en su particular lavatorio, sin ningún rigor científico que corroborarse su atrevimiento. Nunca la vi tomar precauciones. 
 Para paliar la falta de oxígeno y la ansiedad. Yo solía repetirme todo lo bueno que tenía en mi haber y trataba de minorar y obviar, lo que hubiera de malo en mi vida… 
Siempre he tenido la capacidad de ampliar las cosas buenas, y reducir el tamaño y la importancia de las cosas malas o negativas que aparecen y tardan en ausentarse de tu presencia. Tenía comprobado que abrazar a Salvaje bajaba mis pulsaciones de 75 a 55, sin hacer nada más que estar cogido el cuello del caballo, así que fuimos a la cuadra una vez más, ese día. Finalmente, fuimos al garaje y cogimos el coche, mientras el reloj del campanario daba las horas… Dang… Dang… Las dos de la madrugada… enfilamos la carretera hacia Urgencias del hospital… Un electro y una espirometría, dieron un primer diagnóstico… Una arritmia, de débil a moderada, a estudiar más profundamente. Me dieron la opción de ingresar para hacer las comprobaciones a la mañana siguiente. Emi dijo que sí, y nos quedamos. 
 A las 8:15 ya estaban haciendo las pruebas habituales, más una prueba de esfuerzo, todo salió bien, pero había un soplo que no remitía… Soplo que venía de nacimiento. No era nada por el momento, pero podría derivar con un sobreesfuerzo en un problema cardíaco serio… La analítica en perfil básico era normal, casi todo, el de anemia bien, el perfil tumoral trajo una sorpresa que había que estudiar. Había tres marcadores alterados. En una semana se haría un estudio. Se remite al paciente a su domicilio, así rezaba el diagnóstico. Nada preocupante por el momento. La semana siguiente transcurrió con normalidad, aunque con nerviosismo y con mucho reposo, y el martes, cuando hacía ocho días del anterior, en ayunas a las ocho en el hospital y se hizo un hemograma, y otra vez los marcadores tumorales de confirmación… Y otra vez a casa… Una llamada telefónica, el jueves, refirió que el hematólogo quería verme al día siguiente, a las 10 y no hacía falta ir en ayunas. Se dispararon mis alarmas, y rápidamente a buscar en Internet todo lo relacionado con el mastólogo, y apareció la palabra crítica… Sabiendo, como se sabe, que nunca debe buscarse en Internet lo relacionado con enfermedades, se buscó y se rebuscó… Que si era raro, y no era posible, que solo el 1 % de cáncer de mama se daba en hombres… Que si benigno, que si no… Que si la supervivencia era de… Un lío y un no dormir… Al día siguiente, otra vez al hospital… 
De todo esto, ni una palabra a Nuria… Claro está… 
El hematólogo cogió una dolorosa muestra de tejido y otra vez, a esperar, esta vez, 15 días… 

Cuatro kilos llevaba ya perdidos cuando estuve otra vez delante del especialista… Había dos nódulos definidos de tamaño medio, uno benigno y el otro podía ser maligno, pero se había cogido a tiempo. Había que extirpar y no era una gran cirugía, pero era una cirugía… limpiar y ver cómo iba el cambio. Ese resultado era la opción. Si todo iba bien, un poco de radio y vida normal… Me volví taciturno, introvertido, iracundo y nervioso… Emi, trataba de distraerme en todo lo posible… Intentaba inventar historias y hablaba y hablaba, y decidimos contárselo a Nuria y a Irina… Se lo contó Emi a Nuria antes de que lo hiciera yo. Cuando yo le hablé, ella ya lo sabía. Me dio toda clase de ánimos y esperanzas. Ella habló con amigos oncólogos y se presentó al día siguiente aquí… Era de esperar… 
Un abrazo inmenso y un cariño que cubrió Eslida como la niebla la cubre, alguna vez, durante el invierno, cuando es frío y espeso… Horas de charlas y de recuerdos, y mimos y halagos. Yo soy fuerte, o eso creo, pero hay cosas que no te las esperas y, con una vida tan regalada como la mía, el tomar el tranvía de la vida, una dirección contraria, con vías irregulares, con traqueteo y sin saber adónde vas a parar. Todo eso es cuanto menos complicado. Esa noche dormimos, en una especie de futón, los tres juntos. Con respeto. Irina llamó y me habló, ella no sabía qué decir, por lo que yo la guíe… agradeciéndole sus ánimos y su cariño. 
Dos días pudo estar Nuria con nosotros y al tercero tuvo que marchar. Le dije que me había dado fuerza suficiente para pasar la operación y estar listo y expectante respecto a la bondad del resultado final… marchó y quedamos Emi y yo… Llamé a Miguel Ángel y a Pepe y les conté lo que había, y que con todo y con eso, me ofrecía para hacer la próxima admisión el día que ellos dijeran. Quería hacerlo. Esa noche creció en mí la idea que venía gestándose desde hacía cuatro años en mi interior. Lo tuve claro, tenía que hacerlo, era mi destino. Una forma de expiar los desmanes y abusos que había visto y ayudado a ejecutar. Solo yo podía. Solo yo lo haría. Con todas las consecuencias. Hay veces que en un día ves claro lo que te depara el destino y una acción tuya puede cambiar el rumbo de las cosas. 
O bien mi personaje o bien yo, si el resultado no es positivo para mí, daremos vida a la acción del libreto, que os contaré… supongo ya desde la cárcel… 
No habrá compasión para esos malvados… Una solución, aunque te hunda, vale más que cualquier incertidumbre. 
Me lo enseñó Boris…  

Continuará… 

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