*Serenidad*
Es corto, pero toma un café y siéntate que esto siempre he querido contártelo. Cada año, cuando llegan las fechas de los últimos días o principios del siguiente, porque creo que dejan a los becarios de los periódicos que se ocupan de los sucesos y accidentes, solos, en las redacciones, y estos, queriendo hacer méritos, buscan y rebuscan hasta que encuentran un accidente de avión o de autobús o pateras preñadas de miles de subsaharianos que poner en portada. Hoy, Navidad, tienen la carnaza servida. Avión de Kazajistán se estrella, parece ser que hay supervivientes… Demos gracias a los dioses.
Las noticias, una vez las hemos manido convenientemente, pierden su prestancia, no tienen tersura, se vuelven melifluas, blandengues, y pierden el poder de atracción del lector, que poseían recién conocidas. Es una especie de duelo que hay que pasar, como el que dura y durará en L’Horta de Valencia. Pasan unos días y olvidamos que, por la falta de valía del President Mazón hay muertos para aburrir a un barco de plañideras.
La forma de afrontar la realidad de los políticos y capitalistas es estudiada en colegios pilaristas y el soniquete del Barón de Rothschild “Cuando veas sangre en las calles, compra propiedades“ funciona, porque después de una caída en bolsa por el pánico, viene, desde siempre, un rebote al alza. Los córvidos están al acecho…
Y los constructores afines, aunque condenados, vuelven a hacer las obras de siempre, preñadas al dos por tres. ¡Ya ves qué cosas!
Mientras, nos lanza un mensaje de serenidad, quien no está preparado para nada.
*B.M.*
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