*El espejo VII*

 En mi cumpleaños en el 2004, Blasa, la mandadera de la catedral de Segorbe, deberíais conocer su historia, no tiene desperdicio, me regaló un atril precioso, liviano y robusto a la vez, de madera de teca, con animales del Arca de la alianza amontonados, al modo de las esculturas de Vigeland en Oslo, pero animales en vez de personas, una preciosidad. 

Después supe que el atril era robado. No pasa nada. Lo guardo con cariño, y de vez en cuando recito alguna cosa de Quevedo, con el libro apoyado allí. Me da muy buena sensación. Dicho esto, diré que el atril lo puse enfrente del espejo con el libro de Gombrich con la hoja desplegada, a todo color, claro está, de la pintura por excelencia de Velázquez, “Las Meninas”. Lo hice con intención rebuscada, ya que el cuadro tiene en el centro reflejados, en un espejo, a los reyes, Felipe IV y Mariana de Austria, padres de la infanta, que fueron los paganos. Lo dejé allí toda la noche con la luz encendida; era imposible que no viera el cuadro, el espejo, y justamente el espejo del cuadro. 

Tiene tiempo este espejo y capacidad para elucubrar, en plan positivo, sobre los pormenores y pormayores de cualquier tema. No tiene ego, es un pozo de preguntas y repreguntas. Y puede dar luz sobre temas que nosotros ni pensamos… Es la inteligencia artificial de los espejos, por eso le quiero tanto. Apuesto a que de aquí sale algo que valdrá la pena… 

 Once horas he dejado el libro abierto delante del espejo… Y cuando he abierto la puerta del baño, el espejo está en el baño, me ha espetado: ¿Por qué me haces esto sin darme explicaciones? Y le he contestado tranquilamente que todos tenemos que apoyarnos y que es una obra muy importante la que le he mostrado, y en ella un espejo es la figura diferente y singular del cuadro. Para que vea cuán importante puede llegar a ser… 

 

De momento tiene tema con el Comedian, La última cena, Altamira y Las Meninas. 

 Espero con impaciencia su interpretación y veredicto… 

 *B.M.*