*Testamento ológrafo XIV*


 Volamos… 

Saludos cordiales de las espectaculares azafatas y me acomodo en primera, ya me he acostumbrado a lo bueno… Una copita de champán y me pongo el antifaz y unos auriculares, me apetece oír Sherezade, ya que todo me parece un cuento de las Mil y una noches, cuyo final es vivir felices para siempre. 

Los 44 minutos que dura me llevan por el mar, relajado o embravecido hasta llegar al final…

 Me gusta… Me siento bien. 

 Va a haber turbulencias, nos dice el capitán, pero yo siempre viajo tranquilo, porque conozco el dato de que para tener un accidente fatal habría que viajar todos los días en avión durante 103.239 años. Es complicado cobrar el seguro por accidente. Como puedes comprobar. 

 Voy a intentar dormir, cuando llegue a París hay un mundo de cosas por hacer, estoy en forma, he ido al gimnasio cada día. 

 Estoy ansioso por finalizar todo, todo. Ansioso, pero ni nervioso, ni agobiado, el ansia del corredor de fondo. Es curioso, pero no he vuelto a pensar en ir eligiendo seriamente a la compañera de charlas para compartir el futuro. 

 Cuando acabó la música en los auriculares con el final perfecto de violín y arpa, cuyo relato describe los hechos, después de la fiesta en Bagdad cuando choca el barco contra la roca, en cuya cima se halla un guerrero de bronce. 

 De pronto me vino a la memoria la libretita de direcciones que encontré en la cartera del anterior viaje, la cogí y la dejé otra vez… Es raro que en tiempos de informática avanzada, alguien escriba sus direcciones, teléfonos y e-mails en una pequeña libreta de papel tipo biblia. 

 Nombres y más nombres que principio no conocía, pero mire y remiré por si veía algo que yo pudiera reconocer. En primera instancia no vi nada y me dormí. Cuando desperté ya sobrevolábamos Reino Unido. En una hora en París. Y entonces caí en la cuenta de un nombre, de una empresa que yo conocía, Logitravel, cuya directora era amiga, anoté el teléfono y vi que coincidía con el que yo tenía en el móvil. Le llamaría más tarde para saludarla y que me dijera qué conocía de los nombres que yo tenía. Tenemos buena relación. Ya conté que somos amigos, Angie y yo desde hace años, ella es griega, muy buena gente. 

 París, Orly, son las 20.35. Aún es de día, Europa huele diferente, eso creo yo. Y sabe diferente. He dormido bastante. 

 Llamo por teléfono, como había quedado, me comunican que todo está tranquilo, que continuamos teniendo el palacete en las inmediaciones del Sacré Coeur, que vaya y que espere la llegada de los demás. 

 Antes de la diáspora pudimos contar el dinero. Lo acabo de ver, está arreglado todo junto, en cajas enormes, de madera, cajas que contuvieron las cocinas y muebles, que instalaron hacía no mucho en el renovado interior del palacete. 


Nuestros servicios de logística nos ha dejado dos neveras repletas de comida. Comida, hecha hoy mismo, y quesos, lácteos, refrescos y alguna botella de vino y café. Me ducho y voy a cenar y a esperar a que lleguen para el reparto. Cosa bastante complicada porque el dinero físico en grandes cantidades ocupa mucho espacio y pesa bastante. Hay prensa de muchos días, en la que aparecen esporádicamente noticias del robo, que para mi sorpresa le han dado un tinte como si hubiera sido obra de terroristas antisistema y en otro periódico dicen que pudiera ser las mafias marsellesas. Todo bastante ambiguo. 

Pero ya han pasado más de 20 días y la tranquilidad reina en París. Dentro de nada se inician los Juegos Olímpicos y con los turistas y las delegaciones, París será un hervidero de gentes, podremos pasar desapercibidos. 


Son las 9:00 de la mañana. Ya han llegado los compañeros y, después de saludos y referir algunas anécdotas, nos ponemos a lo serio. Hay que salir de París. Hay que hacer seis partes el dinero, tal como quedamos. También teníamos planificado llevarnos el dinero en unos meses, pero los Juegos Olímpicos nos dan un club de amparo y vamos a hacerlo ya. 

 Al final, la cantidad que recogimos queda en 9.797.195 €. Eso supone 1.631.200 € para cada una de las seis partes. Me parece que, por lo cercana que es la cifra a lo que previeron, me da la sensación de que no es la primera vez que roban a esta gente. Mi parte compuesta de billetes de 200, 100, 50, 20 y 10 ocupa un volumen de dos maletas grandes. 

El viaje tiene cierto riesgo, habrá que hacerlo en coche y hacer compras para ocupar el espacio como si de un viajero normal se tratara. Hemos decidido que cada uno va a ir por separado, y distanciados varios kilómetros unos de otros. Ya tengo ganas de acabar con todo esto. Para dejar poco rastro de datos, he comprado un coche viejo de segunda mano y ni lo voy a cambiar de nombre. Cuando llegue a España lo llevaré a un desguace, es un utilitario con muchos kilómetros. Pero me han asegurado que funciona a la perfección. No hacemos ningún tipo de despedida ni de celebración. Todo el mundo con teléfono nuevo y en marcha, cada cual por separado. 

Yo soy el primero en salir, he comprado libros de lance, ropa de segunda mano y dos maletas viejas, donde ha cabido el dinero nada holgadamente. Los 1300 km que tengo que hacer me ocuparán más de 12 horas. Voy a ir, parando cada 300 o 400 km. Son las 12:00 del mediodía. Espero llegar a las 24 horas a casa. Ya no quiero meterme en más cosas, ya tengo bastante. 


Voy pensando en una montañita que conozco, con una casa en la cima, con árboles, uno o dos caballos, cabalgar por caminos de herradura, duchar al caballo, limpiarle los cascos, peinarlo… Y cuando me doy cuenta, ya tengo que hacer la primera parada. He hecho 400 km, paro para comer, antes una ducha y descanso relajado 30 minutos. 

Continúo, al lado de la carretera, viñedos, de vez en cuando, un río. No he visto ningún policía, mejor. Pensando en que si me pararan, cualquier explicación estaría totalmente vacía de significado. 

-¿Dinero? ¿Tanto? La ley no lo permite. ¿Procedencia? 

De pronto golpes en la ventana del coche… Abro los ojos. No dormía… Es un policía… 

-Bonjour, monsieur…Est-ce que tout va bien?

 -Bonjour, agent…Oui, tout va bien. 

-Vous devez éloigner la voiture d’icí, une camionnette doit décharger à cette porte. 

-Ah, oui…Merci. 

 -Merci. 

 Ostras, qué susto, menos mal que no era nada, solo un aviso, he parado el coche delante de una puerta, aunque no había señal de prohibición. 

 Uf… A continuar… voy hasta Toulouse. Descanso y continúo hasta Barcelona. De ahí a casa. 

Estoy cansado porque no suelo conducir distancias tan largas, voy en tren habitualmente. 

 Al poner gasoil en Barcelona, dos chicas me piden que las lleven a autostop, pero no está la situación para aventuras. Les digo que voy cerca de aquí. Después de tres horas ya estoy en casa. 

¡Cuántos días sin andar por aquí! Meto el coche en la casa de Miguel Ángel por la puerta automática y descargo las dos maletas. Son las 12:00, me voy a dormir. 

Estoy agotado, pero feliz, huelo a flor de azahar. No he pensado en nada sobre mis colegas de recolección… Buena señal… 

Veremos qué pasa mañana o cuando lleguen. 


Quiero plantear la planificación de las últimas acciones a realizar y acabar… 

Cada cual a lo suyo…  


Continuará…


Comentarios

Entradas populares de este blog

*Huidas*

*Nules News, 2*

*Camposanto*