*Novias de curas*


 Ella le entendía desde hacía años, tenía tomada exactamente la medida de su vis cómica, le quería en modo casi madre. Conocía toda su vida o casi toda su vida. Cada encuentro era un recordatorio de anécdotas graciosas y sucedidos. 

Ella pertenecía a esa generación de jóvenes de posguerra, sempiternas catequistas y hacedoras del bien en el nombre de vírgenes y santos. Hubo un buen número que permanecieron célibes, enamoradas durante al menos dos décadas de los curas jóvenes de su generación. 

 No había vigilia, ni novena, ni fiesta religiosa, a la que no acudieran con sus mejores galas y su mejor sonrisa. 

 Cuando paseaban en el Paseódromo para coincidir con los jóvenes casaderos, las que estaban preparadas para parlamentar, se ponían a las alas de las filas que formaban, yendo de cuatro en cuatro o de cinco en cinco, para facilitar el acercamiento. 

 Creo que nunca hubo un pretendiente de suficiente nivel para ella y, no se llegaron a realizar parlamentos con visos de noviazgo y menos de matrimonio. 

Así fue esa clase de vida amorosa. Nada de nada.  


Pasados los años, el pretendiente que apareció se le ofreció como acompañante, guía, valet de chambre, con ánimo de que le adoptara de forma discreta, y que igualmente financiara los viajes por toda Europa a los que le gustaría acompañarla. 


 Aún seguimos sin respuesta. Si hubiera algo, se les comunicará por este mismo medio, para general conocimiento y escarmiento si hubiera lugar. 


 *B.M.*


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