*La signora*


 El recelo era evidente, no les preocupaba la procedencia del dinero, la máxima vigilancia se ejercía sobre el destino y quién producía el gasto y dónde iban los fondos. Era muy curiosa la situación que se producía porque quien daba las autorizaciones era una mujer, era tal su influencia en el Vaticano, que la llamaban “La signora”. 50 años, catedrática de economía por La Sorbona, hablaba cuatro idiomas, además de su catalán materno. 

 Se comentaba, sotto voce, que era atea. Nadie osaba ponerse en su camino; de modos delicados, hablaba con voz queda y suave. 

Ella me dijo que su trabajo era una gota en un océano y que pedía a cada uno de sus colaboradores, su aportación, su gota. No creía en la iglesia que ayudaba a los pobres, creía en la empresa que podía cambiar sistemas, creencias y destinos y erradicar el submundo de la caridad. 

Creo que ella va a ser, en su momento, a no tardar, de las cinco mujeres mandatarias, junto con cinco hombres al lado del Papa, que estará para cambiar el sexo de la iglesia. El Papa no tiene teléfono, ella sí. El 40 % de las llamadas que recibe son de Francisco. 

 

Me concedió a comienzos del verano una entrevista que, en cuanto tenga tiempo y la encuentre, os la mostraré.  


*B.M.*


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