*Olympe de Gouges*


 Siempre que ocurre igual, sucede lo mismo. Es una obviedad. La fragilidad de la resistencia al calor de los que somos calurosos, nos hace vulnerables en términos físicos e intelectuales. Cada año, en las épocas estivales, echamos de menos los climas alpinos y el entorno de los valles pirenaicos para sentirnos apaciblemente felices y en disposición de producir algo que habitualmente nos nace en el buen tiempo. Una forma de compensar la falta de producción literaria es leer y releer libros que te chivan amigos, lectores de largo recorrido y probada calidad discriminatoria. 

 Hoy he leído una especie de decálogo de Olympe de Gouges sobre los derechos de la mujer, impactante, baste decir que subió el cadalso el 3 de noviembre de 1793, y ya vamos viendo el cariz de esta predecesora del activismo en pro de las mujeres y defensora de la separación de poderes. Murió guillotinada, acusada de ser la autora de un cartel denunciador de hechos más que evidentes. Su Declaración de Derechos de la Mujer comenzaba con estas palabras: ¿Hombre, eres capaz de ser justo? Una mujer te hace esta pregunta…

 Fin de la conexión… 

 Y hasta hoy nada nuevo bajo el sol. 


 *B.M.*


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