*Futbolless*


 ¿Por qué he dejado de ver fútbol, me preguntas, como si fuera algo malo o raro lo que he hecho? La respuesta es muy simple, porque por delante de ese espectáculo cicatero, que igual sublima pequeños logros que abomina de lo mismo, sus protagonistas exageran dolores inexistentes para conseguir que se penalice al adversario en lances en los que no se ha producido contacto alguno. Se fanatizan banderas y símbolos ridículos que cuando son las enseñas de un país, no tiene sentido que el fútbol represente los valores de una nación o que los “representantes patrios” alardeen del triunfo de los equipos como si ellos tuvieran algo que ver, y además se llegan a producir momentos de violencia entre los seguidores de equipos contrincantes, cuando el futbol era para limar asperezas, y todo eso me disgusta y si no me gusta algo prefiero ignorar que existe. El deporte en sí me gusta con un ánimo participativo, caminar, bicicleta, montar a caballo van ahora por delante del fútbol del que soy incapaz de aguantar un partido entero oyendo a los locutores repetir adjetivos grandilocuentes para hechos para mí minúsculos. 

 Así pues, Jaime, te tengo dicho que no me regales un pase anual de socio, ni me hagas pagar por ver fútbol televisado. No lo voy a utilizar. 


 *B.M.*


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