*Análisis de textos*


 Pensaba que las clases que he tomado para aprender a escribir, las clases teóricas y prácticas,  me harían fuerte, pero leyendo y escuchando a Gabriel García Márquez he asumido que mi trayectoria simplemente pasa por cuentos, relatos cortos sin nada físico que describir, después ha pasado a los cuentos y relatos con repetición, donde mis protagonistas querían conseguir algo y encontraban obstáculos en su camino, pero al final lo superaban todo y lograban lo que querían procurándoles siempre un final feliz; después hice relatos en los que el malvado siempre recibía su castigo, porque si no moría, por ejemplo, podía volver y yo no quería eso; entonces me metí de lleno en la mitología, que siempre me ha atraído con sus finales trágicos, y ya deje correr la inventiva sin freno, en la que me siento como pez en el agua, sin preocuparme por la capacidad crítica del que va a leerme, para no quedarme en las primeras instancias del recorrido. 

 De todos sacamos algo: felicidad, experiencia, lecciones y recuerdos. Podemos sentirnos decepcionados por los que más confiamos y amados por los más inesperados. Algunos nos pueden herir con sus palabras y hacernos llorar, otros ignoran nuestros errores y aprecian nuestra sonrisa. Los hay que nos abandonan cuando más los necesitamos, mientras que otros se quedan con nosotros cuando les pedimos que se vayan. 


Sería bueno saber qué mano estrechar, qué mano mantener y qué mano apartar. Aprender a aferrarse y aprender a dejar ir. Al final, para sentir que escribo bien, debo dejarme ir. Que el relato salga de mí, sin buscarlo, como ocurre con el amor, si eso fuera así, si ese fuera el caso.


 *B.M.*


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