*Mahoma y la montaña*


 ¿Habré hecho algo mal y no me he enterado? Se preguntaba el chaval, meditabundo, por la falta de respuesta a preguntas desde el dieciocho de mayo, dice que hoy hacía ya un mes, con la salvedad de dos mensajes, el ocho y el diez de junio, sendas fotos recibidas. Parecía poca comunicación, pero eso dio lugar a analizar que se entendía por relación en su mundo social. 

Y por relación se entendía: Ahora cojo el tren, en una hora estoy donde vosotros partís, camino, almuerzo y cojo el tren y vuelvo, ocho horas de ida y vuelta, eso durante algunos meses. Es meridianamente claro que nadie está obligado a nada, y ese es el sentido de ser libres. Lo que no es, no se puede, ni vale la pena forzarlo. 

Mahoma fue a la montaña y la montaña no se movió de su lugar nunca. 

 Ahora se vienen las calores y el atemperarse a las sombras, a beber agua del botijo, ni caliente ni fría, que los bereberes sabemos que más quita la sed, un té caliente, que un anís del Mico on the Rocks. Las nuevas son nuevas porque no se estrenan, y pueden ser nuevas buenas o nuevas no buenas, en diferentes grados de bondad o de maldad. Se viene, a no tardar, el solsticio de verano, más o menos entre el 20 y el 21 de junio, el mayor periodo de luz del día que va a ser el 20 a las 20:50:56, científicamente hablando. ¡Ya ves tú! 

En Catí, en la iglesia de la Asunción, hay un reloj de sol, zodiacal, que además de las horas, muestra los equinoccios y los solsticios. Si vas a verla, de paso, pide mesa y acércate a Culla, donde La Carrasca y pide Tombed o Conejo con caracoles. 

Es turismo de cercanía, creo que los martes está cerrado. 


 *B.M.*


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