*La charca*


 En aquella gran charca por la animadversión entre las ratas de agua y las culebras, serpientes de agua también, no había manera de llegar a acuerdos para regir los destinos del lugar, y sin tener casi  oportunidad de mando, apareció el sapo, con potente presencia, aunque sin demasiados partidarios, y como nadie daba su brazo a torcer, por dejadez de unos y de otros, el sapo se erigió en el mandamás del sitio. En poco tiempo, supo jugar sus artes y ceder a unos y a otros, y hasta a los terceros que aparecieron, minucias que le comportaron la mayoría absoluta, y con la mayoría conseguida, ejerció su dictado sin que nadie le hiciera sombra. 

Falto de experiencia, poco a poco, el tiempo le pasó factura por su intento de querer brillar a diferente nivel del local, para el que estaba bastante capacitado. El ego y las ganas de figurar hacen que salgan opositores en el camino. Poco después, unas maquinaciones internas dieron al traste con su poco arraigada popularidad. 


La charca volvió a ser lo de siempre, lucha de ratas y serpientes, con algún sapo y algún otro espécimen de menor cuantía, todos pululando y manoseando los logros sociales conseguidos alguna vez.


*B.M.*


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