*El amor, la felicidad y el ego*


 Le dije, comenzando en broma con palabras rimbombantes, que una ubérrima forma de vivir es ser feliz, aunque nunca se puede ser feliz con el ego desmedido que tenemos hoy en día. El ego lo alimentamos y nos proporciona placer, sensación de satisfacción, siempre muy emotiva, con gran carga afectiva, y cuando tenemos un objetivo material que nos hemos trazado o ha aparecido en nuestro camino. Me ha tocado la lotería, me han dado un buen trabajo, nos hemos comprado un coche, tenemos una novia preciosa o un novio guapísimo, siempre un objeto material, esto es ego, y el ego se mueve en una dinámica mental, el carácter, y el carácter se estructura por unos hábitos, y condicionados por esos hábitos nosotros pensamos, y según pensamos, tenemos sentimientos, la vida afectiva es consecuencia del pensamiento, estos son los hábitos que marcan el carácter de una persona, eso se produce en el claustro materno en los primeros momentos de la vida, así lo he leído.

 Porque tenemos hábitos, nos regimos por dogmas y el que tiene dogmas, necesita un líder que los imponga, y el líder te condiciona con hábitos que te han inculcado. Por eso no eres auténticamente libre, tienes momentos de placer, pero no eres libre. Y todo ese condicionado mental no nos deja ser libres. 

Solemos comer cada cuarenta días desde hace quince años, al menos, somos un grupo de doce personas variopintas, unos con relación más estrecha que otros; yo tengo una buena relación con tres de los doce, sobre todo con una, que está en la última oportunidad de su vida, de ser feliz, aunque se le va cerrando esa posibilidad por falta de decisión, no por falta de ganas y necesidad vital. Tiene miedo de fracasar en su intento, pero el fracaso es una parte esencial del éxito. Si no lo intenta, no lo conseguirá, se lo repito continuamente. 

 Ayer me dijo mientras la llevaba en coche desde la sobremesa de la comida a su casa, que está harta de aguantar a su marido y que debería haberse separado hace muchos años, que no había ilusión, ni proyecto, ni vida en esa casa, le dije que yo no sé dar consejos de ese tipo y que he visto desde fuera era clara su opción, que debería poner algo de alegría en su vida. 

La verdad es que es tan personal la decisión, que yo no soy capaz de decirle ningún camino a seguir, solo que yo voy a continuar siendo su amigo, como le ha sido hasta ahora, haga lo que haga. 

Veremos si tiene suerte. 


 *B.M.*


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