*Cuba*


 En el Caribe, los cocos que caen de los cocoteros que están al lado del agua del mar, no pueden tocarse, debes dejarlos para que vuelvan a crecer otros cocoteros, conocí eso en una península pequeñita cercana a La Habana y en ella estuvimos confraternizando con unos lugareños que tenían unas barcas pequeñitas. 

Al alba salían al mar y ponían las redes, redes remendadas y vueltas a remendar, una y otra vez, desde los tiempos de Batista; la recogida, a las 11:00 de la mañana, hora en que nosotros llegábamos, cuando ya tenían dispuesto el fuego hecho con leña. 

Llegaban las barquitas y sacaban la cosecha de ese día, eran pequeñas, pero muchas langostas, que saltaban vivas, anunciando el festín que llegaba, para nosotros. Acordábamos el precio. ¿Cuánto quieres por estas? Tanto. De acuerdo… A la brasa, solo con limón y aceite, unos plátanos fritos y cerveza Cristal. Después venía un café colado como los hacía mi abuela, una copita de ron, y un cohíba del número dos, para que el aroma fuera el adecuado a la isla. 

En el cobijo, que hacía las veces de bar, se estaba oyendo a Compay Segundo que cantaba,  La negra Tomasa y después Lágrimas negras, y se adivinaban, quedos, unos sollozos, entrecortados, fruto del amor libre de la isla… 

He de volver a Cuba en cuanto cobre la primitiva. Tú también deberías ir.


*B.M.*


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