*Salvaje*


 Cuando encuentre a Manolo se lo tengo que preguntar… En las últimas páginas de “Verás el cielo abierto”, Manuel Vicent, describiendo a su magistral manera, la relación con su padre y con la muerte, hace una salida a pescar hacia Ibiza y nos mece en el mar que ama y domina, y yo, que no he sido marinero en mi vida, me he sentido a su lado surcado las olas y pescando con él, peces que no conozco.

¿Cuántas veces se ha hecho a la mar para que sea su liberación y parte de su alma, hasta qué punto de paz le lleva el azul elemento para sentirse tan confortable, siendo él parte de la Sierra Espadán? 

Esa paz y esa profundidad de pensamientos, yo los he tenido a caballo por las montañas que rodean Eslida, montando un caballo que fue mi preciada posesión y con el que tuve una profunda relación, Salvaje, nadie podía con él, excepto yo, que le amaba y le respetaba y él podía conmigo y ambos lo sabíamos. Miriam, mi hija, también podía con él, es la verdad y se querían.

La mayor parte de los caballos en el mundo se desplazan en forma diagonal, el casco anterior y posterior del lado opuesto se levantan a un mismo compás, mientras los otros dos se encuentran apoyados en el suelo esperando a la próxima batida para cambiar de miembros, lo que se conoce como “trote”.  En el desplazamiento del caballo que hace además, paso peruano, como Salvaje, que lo aprendió de forma dirigida por mí, avanza en forma lateral principalmente, o sea que el casco anterior y posterior del mismo lado se deslizan a un mismo ritmo, lo que se denomina “andadura” o “ambladura”.  Durante la ejecución de estos pasos finos, Salvaje, tenía un solo y excepcionalmente suave balanceo horizontal. Y esto hace que el cabalgarlo sea especialmente agradable. La suavidad es una de las virtudes fundamentales y más apreciadas en esa forma de caminar del caballo. Los otros caballos se balancean horizontal y verticalmente. 

He llegado a ir durante horas, prácticamente en trance, flotando, soñando, relajado, absorto en mis pensamientos. Le di buena vida y él me dio la serenidad y el temple que necesité en aquellos momentos, bastante duros, de mi vida. 

Parece mentira que se pueda querer a un animal después de tantos años, él sabe que le quiero… Donde esté… 


 *B.M.*

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