*Casas de lenocinio*
Recuerdo con nostalgia el ducentésimo cumpleaños de mi querido tío Matusalén, estaba hecho un potrillo relinchón. ¡Qué brío, que fuerza, buscando yeguas! como el rey delincuente en sus mejores años o su abuelo Alfonso XIII, promotor de cine pornográfico, visitador de camas por doquier en arreglos particulares ¡Es el rey! O visitando como le gustaba las casas de putas, lupanares, burdeles, casas de citas o casas de lenocinio, que como sabemos es la acción de mediar, facilitando la relación amorosa sexual entre dos o más personas, no lo busques en el diccionario.
En mi Cataluña natal el modo de referirse a este tipo de casas es muy simpático, eso me parece a mí, se las conoce como “La casa dels Barrets” que mal traducido podría ser: casa de sombreros o sombrerería y la explicación es esta:
En la Plaza Real de Barcelona había una de estas casas de citas camuflada como sombrerería. En el escaparate había varios sombreros y todos tenían el mismo precio. Cuando alguien acudía allí y pagaba un importe superior al del escaparate y esperaba la devolución, se le invitaba a pasar a la trastienda para darle el cambio y allí estaba las lumis y meretrices esperando a los clientes para su uso, disfrute y deleite. Si pagabas el precio exacto, eso significaba que había entrado simplemente a comprar un sombrero o una gorra. No conocías el lugar.
En la novela erótica “Fanny Hill” también aparece un burdel camuflado como sombrerería. Eso es arte.
Pasan los años y desde mi tío hasta hoy aún está pendiente la regulación del competente cometido de las trabajadoras del amor, mientras los curas pederastas, sin regulación alguna, continúan practicando a escala universal, el abominable e inviolable acoso y derribo de niños y púberes.
Papas, obispos y curas campan sin encausar por doquier.
Muy bueno. No sabía yo eso de las sombrererías.
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