*Valor*

 El epíteto amigo, yo no lo utilizo con cualquiera, pero en esta ocasión y dado que él lo utiliza conmigo, lo voy a hacer.

Nos vamos al año de gracia, ya ves qué expresión, de 1974, estudiando en Valencia. Yo ese año hice primero de derecho y el que me acompañaba, mi “amigo” Pepe, estudiaba medicina. Habíamos ido a ver una manifestación de esas en las que se repartía estopa de la buena por parte de los grises y la concurrencia estudiantil, más o menos integrada en el espíritu del mayo del 68 francés. 
¡Cuánto nos queda para aprender de Francia! 
 El caso es que en la facultad de Derecho unos habían arrancado adoquines de la calle —-había adoquines entonces en las calles—; así estaban pavimentadas, había un montón de adoquines, más o menos, lo que cabría en un camión de escombros. Unos muchachos bastante atléticos custodiaban los montones y llegaron los policías a pie y a caballo. Lluvia de adoquines. Lo veíamos a distancia. Carreras, porras, golpes y nosotros corrimos huyendo hacia la facultad de Medicina, unos trescientos metros de distancia, entramos y si conoces cómo era aquello, había un sinfín de armarios de madera oscura empotrados en las paredes y Pepe y yo nos escondimos dentro de un armario y cogidos de la madera desde dentro, tirábamos para que no se abriera. Oímos ruidos graves y agudos, voces, gritos, patadas en los armarios y nosotros atrapados como conejos indefensos. No se sabe la duración de nuestra estancia ocultándonos. Al cabo, salimos. Pepe se había meado. No dijimos nada, nada comentamos. Nuestra heroicidad fue catapultada a la más ínfima y profunda de las madrigueras. Y hasta hoy que he recordado la hazaña, nunca lo hemos mencionado. 
¡Ya ves qué clase de héroes produce la historia de España! Cuando veo fotos de la época, pienso que los héroes no habitaban en mi zona. Cobardes, no éramos, tal vez, supervivientes de una injusticia que perdura con dos bandos irreconciliables. 
¡Qué pena, porque nada cambia y la educación no hace su trabajo por remediar lo que podía llevar a todos a la felicidad! 

 Olvido aquello y, me quedo con una mirada reciente que me gusta y tengo secuestrada para mi goce y disfrute. 

 *B.M.*




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